por Fernando Porta
18 marzo, 2019
Todo empezó con este artículo publicado el viernes 15 de marzo en GamesIndustry.biz. La publicación de la versión de Wii U de ‘Axiom Verge’ en Norteamérica se había convertido en un gran lío tanto para Limited Run —publisher y distribuidor de juegos— como para Badland Games, por los problemas financieros que la segunda estaba experimentado durante finales de 2017 y principios de 2018, los cuales acabaron con la liquidación de la compañía española. Hasta aquí, podríamos decir que todo había sido fruto de una política de comunicación nefasta por parte de la compañía española —Limited Run Games asegura que los continuos intentos de comunicación obtenían la callada por respuesta— unido a una serie de catastróficas desdichas que habían impedido lanzar la edición de Wii U en los términos acordados con la distribuidora norteamericana.
Pero todo explotó a partir de este hilo de Dan Adelman, uniéndose poco después tanto Limited Run Games como su propietario a la ofensiva en Twitter. El agujero se iba haciendo cada vez mayor. RenD de Oddly Shaped Pixels hablaba sobre cómo BadLand Games había lanzado al mercado ‘Awe’ con trabajos que no estaban autorizados a usar según el acuerdo que firmaron una vez rota la relación contractual con ellos, saliendo con assets utilizados durante la Ludum Dare 30 (2014), descripciones sacadas directamente de su documento de diseño cuando el juego iba a ser una propuesta completamente diferente, y sin mención explícita a su creador en ningún lado. BadLand Games también había sido disuelta durante 2018 después de perder la campaña navideña del año anterior por los problemas que le atenazaban, derivando toda su actividad comercial a BadLand Publishing, su rama publisher, y estructurando un plan de pago que, según declaraciones de Luis Quintans para GameIndustry.biz, ya ha cubierto el 90% de la deuda contraída con su anterior empresa. Cambio de caretas para que todo siga funcionando igual, pero ayudando a que los únicos activos que se liquidaran fueran los de BadLand Games. Y como colofón, la cantidad debida a Tom Happ, creador de ‘Axiom Verge’, por el porcentaje de la Multiverse Edition lanzada al mercado y que estaba destinada a cubrir los gastos médicos de su hijo, se estimaba en 200.000$; dicho porcentaje había sido el factor que había decantado la balanza a favor de BadLand Games para quedarse con los derechos de publicación de ‘Axiom Verge’.
El comunicado ante todo este barullo emitido durante la tarde del sábado por el propio Quintans se resume en tres puntos: «nosotros siempre quisimos pagar la deuda contraída con Limited Run Games y Tom Happ pero no la aceptaron», diques de contención relacionados con el hecho de que parte de los beneficios de los juegos van a causas benéficas —sin ir más lejos, el propio ‘Awe’ del que hemos hablado más arriba—, y todo ello unido a la amenaza con acciones legales a cualquiera que publique información falsa o dañina para BadLand Publishing sobre el caso que tenemos entre manos.
Esto, que podría quedarse en una mera disputa legal entre dos empresas y otra situación en que la industria del videojuego sigue menospreciando a sus creativos y trabajadores, es aún más grave cuando Luis Quintans, CEO de BadLand Publishing durante siete años y medio, es el presidente de DEV, la asociación artífice del Libro Blanco de los Videojuegos, el cual empieza con un sonoro «la nueva edad de oro del videojuego español» escrito por el propio Quintans, en el que aboga por el apoyo a la industria del videojuego para que esta sea fuerte y tenga proyección internacional.
El primer problema evidente es que Quintans es el presidente de la asociación de EMPRESAS DESARROLLADORAS Y PRODUCTORAS cuando ha estado ejerciendo durante 15 años labores más centradas en la gestión de empresas, primero como Key Account Manager en Atari Iberica, después como director de ventas en Namco Bandai, y por último como CEO en BadLand Games y BandLand Publishing. Y aunque BadLand Games desarrolló unos cuantos juegos a lo largo de su existencia a través de BadLand Development Studio —los videojuegos oficiales de ‘La Voz’ o el mencionado ‘Awe’, por ejemplo—, se definían como «una compañía española independiente especializada en la distribución física de videojuegos». Lo segundo es que DEV ha dejado para después de la GDC, que se celebra durante esta semana en San Francisco, la decisión sobre lo que va a pasar a partir de ahora con la asociación, alargando una situación y una imagen penosa para la industria nacional del videojuego. Ya no por la propia DEV, que bien sabrá lo que se hace, si no por todos los estudios y socios adheridos. ¿Se puede hacer fuerza y desarrollar la industria española en un evento tan importante como la GDC con una asociación cuya cabeza visible no tiene la legitimación suficiente después de este escándalo? Por supuesto que no. Y con ese inmovilismo, sólo nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. Más cuando Quintans entró prometiendo una nueva era después de que el anterior presidente de la DEV, Ignacio Pérez Dolset, acabara dimitiendo después de haber sido implicado en un caso de corrupción.
Las consecuencias para DEV son importantes, pero también para el resto del ecosistema español
Esto también ha tenido alguna consecuencia que otra en otros campos, sobre todo en el periodismo de videojuegos. Os lo podéis imaginar: los de siempre buscando carnaza y encontrando la excusa perfecta para meterse con las de siempre. «El periodismo está más centrado en ‘The Division 2’ que en cubrir las historias que importan». Sí, en una profesión mal pagada, que no da para comer en la mayoría de ocasiones y que demanda una carga brutal a sus profesionales para llegar a fin de mes. La noticia no espera, pero la salud mental tampoco. Aquél que está bien pagado por supuesto que te cubrirá la noticia corriendo, como si le fuera la vida en ello. No es para menos. El contacto directo con las partes implicadas —el par de artículos enlazados de GameIndustry.biz que destapan todo el escandalo BadLand son para enmarcar— y la difusión que alcanza la historia situada en un contexto internacional no tienen rival en el «pequeño pero valioso» periodismo español.
Y eso sólo ayuda a hacer más denso el ruido de un problema muy grave de la industria española: un ecosistema pequeño, hostil, lleno de empresas diminutas que se ven lanzadas a todo trapo contra el mundo exterior para darse cuenta de que aquí no te perdonan ni una. Con una burbuja de formación demasiado generalista como para cubrir los puestos demandados por la industria nacional e internacional. Con unos medios de comunicación incapacitados por las condiciones económicas que sus redactores tienen que soportar. Que DEV y BadLand se hayan convertido en el escándalo en el que se han acabado transformando debería hacernos reflexionar sobre lo que queremos construir, y cómo lo queremos construir. Y es una pena porque ha sido un año inmejorable para el desarrollo español con ‘They Are Billions’, ‘Red Strings Club’ o ‘GRIS’ copando portadas. Pero por cada paso para adelante, damos dos para atrás. Y a la luz de los últimos acontecimientos, parece que se ha decidido seguir huyendo hacia delante. Hacia una «nueva edad de oro del videojuego español».
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