por Victoria Belver
28 noviembre, 2016
Los salones arcade de principios de siglo no eran ninguna maravilla: ya entonces había máquinas que no funcionaban, pantallas que no reaccionaban, botones que iban cuando querían… Entre todas esas máquinas, sería lógico pensar que la que destacaba era la de ‘Ninja Assault’, pero la verdad es que incluso en su época era una máquina rara de ver, fagocitada como tantas otras por la enorme popularidad de la que gozó siempre ‘Time Crisis’, quizá por lo espectacular de su modo multijugador. No obstante, en aquella época todavía estaban en alza los periféricos locos, y fue la legendaria light gun de Namco, la G-Con 45 —revisada y mejorada bajo el nombre de G-Con 2—, la encargada de abrirnos a muchos la posibilidad de entrar en el mundillo de los shooters sobre raíles a través de su port casero. Por suerte, Namco nutrió sobradamente el catálogo de la pistola, por lo que hoy en día no es necesario pagar cifras millonarias por sus máquinas originales para disfrutar de este tipo de juegos.
‘Ninja Assault’ nos presenta la típica ambientación de serie B de juego arcade de pistolas: un guión trillado en el que rescatar a una princesa secuestrada, un doblaje paupérrimo en todos los idiomas, ninjas con pistolas y vídeos que están ahí con el único propósito de dejar descansar al jugador que ya tiene el brazo cansado de tanto disparo frenético; todos los ingredientes para que la cosa funcione. Pese a haber sido desarrollado por Namco, el juego se aleja de la mecánica clásica del pedal para salir de la cobertura que tenían tan asentada en ‘Time Crisis’ (con el que naturalmente resulta imposible evitar las comparaciones) y se acerca más a la propuesta totalmente sobre raíles que nos proponía Sega con ‘Virtua Cop’ o ‘The House of the Dead’. Por ello, estamos ante un juego rapidísimo, pero también muy ligado a la memorización y a los reflejos del jugador.
‘Ninja Assault’ es simple en su planteamiento: completamente sobre raíles, la acción discurre independientemente de si matamos o no a los enemigos, y nuestro personaje se mueve por los niveles de forma automática. Exceptuando la obviedad de pulsar el botón de Start, no hay ninguna manera de detener el juego o ralentizarlo, por lo que se trata de una aventura verdaderamente agotadora al no haber un solo momento de descanso. Al principio es sencillo, los enemigos sólo nos dañan al acercarse a nosotros para atacarnos cuerpo a cuerpo, pero poco a poco irán cambiando sus maniobras ofensivas: algunos se esconderán tras coberturas y sólo será posible derrotarlos durante una determinada franja de tiempo, mientras que otros, en cambio, nos dispararán con sus arcos y no sólo tendremos que matarlos a ellos, sino interceptar sus disparos: es aquí donde empieza a escalar el nivel de dificultad.
El modo para dos jugadores, además, utiliza sólo un televisor, sin pantallas divididas y demás clásicos del género, con lo que hecha la ley hecha la trampa: un único jugador con dos pistolas puede pasárselo sin mayores problemas, más allá de la dificultad de controlar todo lo que está pasando. Si pasarse ‘Ninja Assault’ con una light gun ya era una tarea complicada, con dos pistolas se torna una odisea de sudores, cansancio, y muchas agujetas en los brazos; pero es innegable que destruir a dos manos cada oleada de terminators samurái es tan satisfactorio que verdaderamente merece la pena el esfuerzo de intentarlo, aunque sólo sea para sentirnos como un dios cuando, en el momento de recargar, resulta que no quedan objetivos a abatir gracias a nuestra eficacia.
Podríamos quedarnos con que ‘Ninja Assault’ (o prácticamente cualquier juego de pistolas) dura apenas media hora, pero la realidad es que memorizar qué disparos hay que interceptar (¡y en qué orden!) para no recibir daños de las cinco arañas robóticas que aparecen a la vez no es una tarea que se pueda realizar en poco tiempo. Si bien no es necesario terminarlo con un crédito para ver la totalidad del recorrido y todos sus jefes, su sistema de puntuaciones —el mismo de ‘Time Crisis 2’ y ‘Time Crisis 3’— sí premiará al jugador perfeccionista que conoce todas las fases al milímetro. Por cada diez disparos sin fallar se regalarán 500 puntos, que aumentarán hasta 5000, e incluso contarán para la puntuación los diversos objetos que nos lanzan los enemigos. Podemos matar a algunos jefes antes de que arrojen cosas, pero si esperamos a destruir también los proyectiles tendremos ese plus de puntuación por el riesgo asumido. Además de los clásicos objetos escondidos por el escenario, claro, que nos darán unos puntos extra o recargarán nuestra vida.
Pero más allá de las nueve fases del modo arcade con sus respectivos jefes, este port nos brinda una sorpresa: existen tres personajes (Gunjo, Guren y Aoi) que tendrán algunas fases nuevas y que se distinguirán por sus diferentes habilidades, obligándonos a cambiar las tácticas respecto al juego principal al tener que recargar menos a menudo: más loco, en ocasiones más permisivo, pero igual de entretenido. Además, existen cinco minijuegos muy divertidos, todos ellos ideados para mejorar los reflejos, puntería y memoria: disparar a los shurikens para que no nos quiten vida, mantener dinero en el aire a base de seguir disparándole con gran precisión (y aprender así a controlar los tiempos de recarga de nuestra pistola), disparar a toda velocidad sin matar a los civiles y sin dejarse objetivos, o hacer explotar los fuegos artificiales en cuanto aparezcan por la pantalla.
En lo que respecta a su estética, estamos ante uno de esos juegos que empleaban los primeros modelos en 3D, que en la actualidad no son precisamente llamativos. No es de los juegos más bonitos, ni mucho menos, pero todos los elementos son perfectamente distinguibles gracias al contraste de colores chillones: enemigos rojos y morados sobre fondos principalmente oscuros, que sientan estupendamente al título. Una extraña estética que mezcla el medievo japonés con la modernidad de tarántulas mecanizadas gigantes, robots samurái, calaveras asesinas y los dichosos ninjas con pistolas: tan rocambolesco como inolvidable. Todo ello se refleja a través de su sonido, puramente electrónico, que acompaña estupendamente la frenética y surrealista acción. Más allá de la música, la mayoría de los enemigos complicados tienen su propio grito que avisa de su presencia o de en qué momento atacarán, así que la mezcla de todo resulta cuanto menos loable y ha envejecido estupendamente.
‘Ninja Assault’ es un juego prácticamente eterno que por desgracia nunca recibió todos los elogios que mereció, pese a que sea un clásico al que siempre apetece volver. Quizá porque con el declive de los arcades se impuso una nueva filosofía donde a más diálogos, vídeos y horas de duración, mejor se consideraba el juego, y los de pistolas se miraban desde el prisma equivocado. Quizá, simplemente, porque nunca fue igual de famoso que ‘Time Crisis’, y para el público masivo sólo había espacio para uno: el que se encontraba en todas las salas recreativas. Desde aquí, queremos recordarlo como lo que realmente fue: un digno sucesor para los juegos puramente sobre raíles, que apelaba a la memoria y los reflejos más que a ninguna otra cosa, con su distintivo toque de serie B pero hecho, eso sí, con la maestría que sólo Namco sabía aplicar a sus juegos. Benditas sean aquellas maravillosas light guns.
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Sin duda un juego de verdad, donde lo importante era la diversión… Ahora también los hay, sí, pero quedan en un segundo o tercer plano, mientras aburridos juegos de elaboradas pero tediosas narrarivas se llevan elogios que no se comprenden…