por Fran Sevilla
12 junio, 2018
Son muchos los juegos que en los últimos años han querido enarbolar la bandera de homenaje a ‘2001: Una odisea del espacio’, pero realmente muy pocos llegaron a entender la esencia del film de Kubrick, yendo más allá de su línea argumental y ahondando en su trasfondo filosófico.
Pues ‘2001: Una odisea del espacio’ era un ensayo humanístico sobre la idea abrumadora de un universo infinito, mostrado a través de resortes crípticos e incomprensibles para el espectador, mediante el uso de imágenes simbólicas para las que no existe un significado explícito. Demandando que cada uno intente extraer su propio mensaje en base a sus creencias personales.
‘MirrorMoon EP’ mira al clásico inmortal de Kubrick, pero lo hace despreciando todo lo superfluo que tenía el film en forma de la trama comercial del hombre contra la máquina, para centrarse en su parte más abstracta. O cómo mostrar un resorte críptico que a través del desconcierto creado en el espectador, remita a la idea misma de universo como un misterio que escapa a nuestra comprensión.
Al igual que en la película de Kubrick, lo que importa en ‘MirrorMoon EP’ es sugerir ese misterio al jugador, abrumarlo, desorientarlo, abriendo constantemente interrogantes sin dar nunca respuestas explícitas, en un juego sin una sola línea de texto o icono visual que sirva de tutorial.
Si en alguno de los puzles más subversivos de ‘Fez’ de Phil Fish se podía anticipar ya esta tendencia, será ‘MirrorMoon EP’ el que termine de dar forma al juego de puzles abstracto, donde no se intenta guiar al jugador a partir de mecanismos lógicos, y donde la entropía y el caos priman sobre la razón o un pensamiento estructurado.
En ‘MirrorMoon EP’ existe un vasto universo por explorar, y anticipó una de las ideas fundacionales de ‘No Man’s Sky’, donde la primera persona en alcanzar un nuevo planeta podría elegir un nombre que quedaría fijo para todos los futuros visitantes en una comunidad online global. Pero la inmensa mayoría de jugadores nunca llegaron a pasar del primer planeta, mientras dieron vueltas durante horas desorientados sin saber qué demonios estaban haciendo, o sin saber siquiera si estaban ante un juego con unos objetivos marcados.
No se trata de un juego de puzles que demande usar nuestro intelecto para resolver retos lógicos que van creciendo exponencialmente en dificultad, sino que es un juego que apela a nuestra curiosidad, y donde intuir los propios mecanismos o resortes es el puzle en sí, rompiendo con una tradición pasada en el género. Lo que servirá para crear una noción mucho más importante en el jugador, que es la de estar expuesto a un mundo que transmita una sensación de misterio, mientras caminamos, ¿quizás?, por lo que parecen ser los antiguos vestigios de una civilización alienígena. Y es que cada uno de esos resortes a descubrir por el jugador en ‘MirrorMoon EP’ remite al monolito en la obra de Kubrick. Objetos que escapan a nuestra comprensión en la forma de enigmáticas construcciones arquitectónicas o extraños mecanismos para desviar la luz, y que como ese monolito en ‘2001’, no sabemos muy bien por qué están ahí, ¿un resto de una civilización pasada, un tótem erigido a una deidad, o puede que incluso la manifestación misma de esa deidad? Algo capaz de alterar el tiempo y el espacio, sumergiéndonos en un viaje por una dimensión desconocida, pero cuyo significado no es otro que una reafirmación de ese interrogante intrínseco en la idea misma de universo: de todo aquello que escapa a la comprensión del ser humano cuando mira a un cielo estrellado, desde la noche de los tiempos. La frontera última que nunca podrá alcanzar la ciencia, y que sólo se podrá expresar a través del arte.
Y a pesar de todo ese trasfondo filosófico, ‘MirrorMoon EP’ hará otra cosa muy importante, que es no olvidar nunca que es un videojuego y que los videojuegos son juguetes. Abriendo con una de las secuencias iniciales más cautivadoras que se recuerdan, donde estaremos frente al panel de control de una nave. No lo sabemos, pero nos encontramos ante el primer puzle que consistirá en activar sus motores poniendo rumbo hacia la superficie de un planeta desconocido. Y cada mecanismo de la nave, funcionará como un oscilador en un sintetizador analógico. Y no estamos ante un puzle, ni intentamos resolver un reto lógico, sino que simplemente nos deleitaremos con el placer de pulsar botones y accionar palancas mientras creamos extrañas secuencias sonoras, sumando nuevas capas y atmósferas a nuestra composición. Algo que sería capaz de cautivar la imaginación de un niño, siendo éste el más alto ideal al que puede aspirar un videojuego.
Pues ‘MirrorMoon EP’ no intenta ser una biblioteca aburrida situada en la planta superior de un museo de arte contemporáneo. Sino que intenta ser una guardería situada en el sótano de ese mismo museo, donde los niños descubren el arte con talleres de expresión corporal, tales como sacar un dedo al E3 y decirle fuck you a su colección de trailers cinemáticos con planos descartados de películas de acción producidas por Jerry Bruckheimer pero en un escalón artístico e intelectual aún más bajo, mientras una masa de público eminentemente masculino y con sobrepeso vitorea a speechers fondones con retórica de vendedor de coches de segunda mano.
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