Metal Wolf Chaos XD jaja LOL

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4 septiembre, 2019

Michael Wilson, 47° presidente de los Estados Unidos de América, decide plantar cara a una rebelión a gran escala promovida por el desquiciado vicepresidente Richard Hawk. Pilotando un mecha equipado con la mejor fuerza militar del momento, Wilson revienta la fachada del Despacho Oval y sale disparado a reconquistar territorios perdidos. Cada episodio viene precedido de una cita histórica redactada a posteriori. Leemos el futuro siendo conscientes de cómo la prensa, fuerzas terroristas y organizaciones privadas intentaron arrebatar al presidente su legítimo puesto. Como un mesías, firme en la fe, lucharemos por devolver a la nación su gran esplendor, estado por estado, estrella por estrella.

Crítica y política

Así podríamos resumir, y ya decimos mucho, el primer hilo argumental de ‘Metal Wolf Chaos XD’. La segunda línea nos reconocerá que aquí lo que vemos es pura sátira del simbolismo político americano, catarsis mediante. Una campaña de ocho horas parodiando sueños de patriotismo febril. Y un juego fruto de un encargo americano (Microsoft) a un estudio japonés (FromSoftware) cuando, allá por 2003, los de Redmond quisieron conquistar el mercado nipón por la vía rápida1. El mismo 2003 de ‘Call of Duty’ llevándose algún BAFTA por sus evocaciones cinematográficas. Y el mismo 2003 donde un despótico George W. Bush, un José María Aznar de acento tejano y otros amigos de pandilla (polacos, australianos, británicos y portugueses) culminaron una invasión en Iraq que ha dejado más de ciento cincuenta mil muertes civiles en quince años de conflicto. Ríete tú de Trump peinando peluquín en mitad de una guerra comercial mientras despojos gamergaters declaman ese «ludificar no es politizar». Con una salvedad: FromSoftware no es Infinity Ward. Y en su ejercicio de mímesis con aguiluchos y egos, catolicismos, conservadurismos y estandartes, lo que asoma como una diatriba sarcástica en ningún momento se utiliza para trivializar las devastadoras consecuencias de una guerra civil. Pero ya volveremos sobre esto.

La crítica de videojuego aún hoy yace colmada de paternalismos, atiborrada de sentencias perdonavidas o castigos superfluos. Así leemos un día y otro enjuiciamientos atropellados y proverbios convencionales que buscan, en demasiadas ocasiones, revestir de soltura algo que no posee un mínimo valor crítico. Hojarasca para envolver la casquería de un cerdo destripado. Decimos nuestro medio, sin ser nada nuestro. Un redactor a comité apenas puede comprender las sinergias laborales y los devaneos intelectuales de estudios como Spiders, FromSoftware o DICE, tres hogares con tres organigramas ejecutivos radicalmente distintos.

Al otro lado, la certeza confiesa: un buen puñado de los reviewers que recibieron hace un mes el churro digital para canjear este ‘Metal Wolf Chaos XD’ apenas han ido más allá del tercer o cuarto nivel. Solo así se explica la sequía de opinión ante esta vianda fruto de pedirle a «un chef con estrellas Michelin que te haga algodón de azúcar», como diría Tim Rogers en Kotaku. Un manjar sin clientela. Traigan a la memoria, entonces, los remolques llenos de tráileres redundantes, todas esas series que consumimos por un girito final, el empujón apresurado prometiendo inventiva, o esas pelis de tres horas con treinta minutos finales pletóricos de heroica. No hace falta acudir ni acusar, cada uno tendrá sus nombres.

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Exacto, ‘Metal Wolf Chaos XD’ puede encuadrarse como non-stealth game

‘Metal Wolf Chaos’ no enseña los colmillos hasta el final, aunque va dejando caer un rastro de baba cáustica. Y debería ser suficiente. Así bien, en vez de rebozarme con las vísceras de un cadáver por aquello de pasar inadvertido entre la crítica zombi, la fortuna ha querido darme una oportunidad. Dos, de hecho: quien ingenió aquel meme se sorprendería al ver esta segunda vida para un ‘Metal Wolf Chaos’ que nunca salió de Japón. Y no conviene desaprovechar segundas oportunidades. Así que gracias, Devolver Digital, gracias, FromSoftware y gracias, Cosmocover Team.

Todo comenzó como un chiste. Durante una década, ‘Metal Wolf Chaos’ logró ese estatus de culto fruto de pésima distribución y afán completista. Una pieza cardinal en el panteón de los olvidados, según algunos. «El enésimo bodrio encumbrado por cuatro gatos», según otros. Pasaron años de barrica y gran reserva y, ya en 2016, Devolver Digital ofreció su ayuda para redistribuir el juego por cauces internacionales. La pelota estaba en el tejado de FromSoftware. Por cierto, aquí tienes un diario-resumen de aquellas conversaciones:

La respuesta fue más contundente de lo esperado y el productor Masanori Takeuchi recogió el guante. ¿Por qué pagar ciento veinte dólares a un especulador en eBay pudiendo relanzar el juego con riesgo e inversión mínima? Una larga disyuntiva que culminó en la publicación con soporte 4K, control redefinido y otras minucias cosméticas.

Que nadie se lleve a equívocos: el remaster sigue línea por línea siendo el mismo juego, mismos menús gigantescos, mismo HUD contundente, menús con jazz funk y niveles con heavy metal, ritmo sincopado y bugs casuales. Más, de hecho, con ocasionales fallos en la traducción, cargas entre misión y misión que alcanzan holgadamente el minuto, pistas de audio completamente descompensadas y carga/borrado de objetos because reasons. En una Xbox One X, por si necesitas pistas.

Cínica y mímica

¿Sabes esa donde Alejandro Magno visitó a Diógenes en Corinto, una de las figuras clave en la escuela cínica? La historia, la que nos ha llegado, dice así:

—Buenas, soy Alejandro.

—Y yo Diógenes el perro.

—¿Por qué «el perro»?

—Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y muerdo a los malos.

—Ok, pídeme lo que quieras.

—Quítate de donde estás que me tapas el sol.

—¿No me temes?

—Mhn, gran Alejandro, ¿te consideras un buen o un mal hombre?

—Me considero un buen hombre.

—Entonces, ¿por qué habría de temerte? —En este instante el murmullo se transforma en escándalo generalizado. Alejandro sigue.

— ¡Silencio! ¿Sabéis qué os digo? Que si no fuera Alejandro me gustaría ser Diógenes.

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‘Metal Wolf Chaos XD’ es uno de los más vivos ejemplos de este pensamiento crítico, cinismo ilustrado en su vívido apogeo. No hay mayor épica que la supervivencia, no le des más vueltas. Y algunos Estados son fans de enterrar Enmiendas con ensaladas de metralla.

Un malentendido que nos hace caer, con demasiada frecuencia, en tres errores. El primero, creer que este juego es tonto por accidente, que los presupuestos y los plazos de entrega no dieron más de sí. Segundo error: creer que este juego es divertido por su simplicidad idiota, que no hay que tomarlo en serio en tanto FromSoftware tampoco lo hace. Tercer error: apoyar la vieja falacia que asocia simplicidad a falta de sustrato. Y que toda intelectualización a raíz de este binomio es cinismo. Confundir teatro del absurdo con serie B. La deriva del sobreanálisis nos ha llevado a ridículos pomposos, es cierto, pero ‘Metal Wolf Chaos XD’ apenas recibe dos tipos de respuestas: el elogio austero por su aparente inocencia y el agravio casi indiferente por su aparente inocencia.

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Sad!

No negaremos la mayor. ‘Metal Wolf Chaos’ saca la lengua a ‘Metal Gear Solid’ —en vez de un sonoro «Snaaaakeee!» tras nuestra muerte se oye decir «Mr. Presideeennnt!»—, se cachondea de cualquier juego que vista con benevolencia el acto irresponsable e inconsciente de matar. Tampoco parece haber intención más allá del chiste. Es completamente consciente de su cutrez en lo básico y la usa como arma arrojadiza. Pone las zapatillas sobre el pupitre y finge ignorar a la profe, aun cuando se sienta al fondo de clase porque se quedó sin otro asiento mejor. ‘Metal Wolf Chaos XD’ no esboza lecturas sobre la intersección entre ambas culturas, no hay geometría por encima del salto en línea recta. Toda sutileza ha quedado enterrada bajo camiones vertiendo chorros de soldados por avenidas atestadas, Blackhawks apuntando a nuestra cabeza en pleno Alcatraz y prensa sensacionalista deformando cualquier acontecimiento, en una mezcla entre la Fox News más desinformativa y el The Sun más conspiranoico. Hay chistes sobre recuento de votos, chistes sobre juegos de palabras chuscos en los nombres de cada misión, sobre la calidad y gloria de cierta armas, un trofeo que exige capturar aliens escondidos por los niveles —la enésima inquietud yanqui— y un lema, «justicia sobre teoría», resumiendo bastante bien otro objeto: «si Microsoft cree poder embaucar al complejo ecosistema lúdico japonés a golpe de talonario, sin una mínima analítica previa, fingiremos que su público es igual de estúpido y crearemos una loa típicamente americana donde todo se compra con gordos fajos de dólares y todos son malos menos el presidente». Una declaración tan contundente que hasta sufrió censura por parte de… la propia Microsoft.

—¿Cómo está mi agenda hoy?
—Tenemos un compromiso con la Embajada Japonesa para hablar de protección sobre vida silvestre…
—Lo siento, habrá que cancelarlo. ¡Tengo que salvar a América!

La contradicción está servida: ¿por qué un juego de norteamericanos tontos para el mercado japonés? Cuesta encontrar la respuesta entre capas y capas de gags. Al final, concédeme este SPOILER —y a la manera de otros juegos como ‘Spec Ops: The Line’— cabe razonar si, en nuestra devoción cristiana, somos un verdadero villano sembrando caos ciudad tras ciudad por el placer de poder hacerlo. ¿Qué mejor condena, entre grotescos estereotipos, que el hecho mismo de ser un arma con patas borracho de idealismo, patriotismo y nulo sentido de la responsabilidad? Los padres de ‘Armored Core’, saga capitolina del videojuego mecha junto a ‘Gundam’, rara vez explicitan sus intenciones. Pero hacemos un flaco favor tildando este encarguito de juguete, roto o fallido.

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En lo mecánico, más de lo mismo. ‘Metal Wolf Chaos XD’ se toma las licencias mínimas para decirte que vas a salir de un garaje y pilotar un robot de combate. El resto de complejidades técnicas se asumen por puro ensayo-error, rompiendo containers al azar y buscando alguna cobertura que sirva de tregua a unas manos demasiado sudadas. A primera vista, delante tenemos un brawler con tanques cada vez más grandes no tanto al estilo de Iron Man, sino de Hulk. Rudo en el mal sentido. Bajo estas reglas, hasta ‘Future Cop: L.A.P.D.’ ya era mejor juego en 1998.

Hasta que comprobamos, por las bravas, que disparar a lo loco no funciona, que cada infraestructura cuenta con sus puntos de vulnerabilidad y si no gestionas tu fuerza de ataque pronto te quedas sin munición. Los distintos tipos de retícula de apuntado —blanca, naranja y verde— son una buena pista. Olvídate de ir en modo melee pasado el nivel de presentación. Siempre habrá un rival más grande que tú: morir aplastados por un tanque o caer al vacío porque alguien ha derruido el puente sobre el cual pisas es más fácil que morir en pleno campo de batalla. Rescatar a ciudadanos y científicos —cualquier arma de gran calibre los aniquilará, así que debemos sacarlos de sus prisiones portátiles con cuidado, eligiendo el momento y el recurso a utilizar— es el mejor atajo para medrar descubriendo nuevos tipos de armamento. A ciertos niveles de dificultad, con el ojo puesto en las puntuaciones más altas —o eso o repetir niveles básicos una y otra vez hasta amasar una pequeña fortuna, un truco muy pobre—, la conexión entre dash y slash transforma algunos escenarios en duelos al sol —de forma explícita en la misión de Phoenix, en un poblado de tabernas llamado Otogi Town—. ‘Metal Wolf Chaos XD’ preserva la torpeza de montar un blindado de veinte toneladas, no es ‘Zone of Enders’ ni lo pretende, pero sí danza con ese donaire más propio de ‘Vanquish’ que de un juego de mechas clásico.

Cambiar de arma, por ejemplo, incide en esta idea. Al comienzo de cada nivel podemos elegir qué galas vestir. Contamos con cuatro módulos en cada brazo para alternar una u otra arma. Pistolas, fusiles o ametralladoras ocupan un solo slot, de forma que podemos llevar una en cada mano de forma simultánea, o disparar alternando para ganar fuego de cobertura mientras recargamos. Las de alto calibre y mayor peso ocupan dos slots, uno para cada brazo. Solo podremos llevar un rifle de francotirador o un cañón lanzagranadas. En nuestras manos está calibrar esa puesta a punto, sin olvidar que necesitaremos cañones cortos de daño masivo para choques frontales y armas de menor daño pero mayor control para flancos aéreos, por ejemplo.

Lo mejor sucede sobre el terreno: rotar de arma exige tres pasos. Para abrir el compartimento de armas debemos pulsar B o círculo, dependiendo del sistema, Xbox One o PS4. Una vez abierto, cambiar de arma impone navegar con los gatillos izquierdo y derecho y volver a pulsar B o círculo para cerrar el compartimento del armamento. Un dolor de cabeza que hace sentir vulnerable e incómodo si comparamos con la recarga y cambio al toque de un ‘Battlefield’. Y una magnífica idea para transmitir ese peso mecánico de engranajes y espadines oscilando entre uno y otro calibre. Somos una tanqueta bípeda, al fin y al cabo. Aunque es fácil entrar en pánico durante la primera media hora, cambiando por accidente a un revólver sin munición, este mínimo trance busca esa sensación de transformar el mando en plataforma de control de un mecha casi indestructible.

Por su parte, el submenú para mejorar armamento, denominado «desarrollar», cuenta con dos secciones: inversión y fabricación. En el primero investigas destinando dinero para desbloquear nuevos niveles y calidades de armas. En el segundo simple y llanamente las creas para disponer de ellas durante la batalla. Elegir un mal tipo de munición convertirá a los enemigos en esponjas de balas. Y diez niveles en diez subsecciones para cada tipología de armamento dan para mucho gasto, tenlo claro. Imprescindible, también, coleccionar cápsulas para mejorar el blindaje. Misión a misión, de Nueva York al mismísimo puente de San Francisco, de las Rocosas a la soleada Miami Beach, afrontando bosses cada vez más desproporcionados, nos tomamos el lujo de conectar cada vez mejor con nuestro mecha. Tras una última misión en plena Estación Espacial, «In fighting to gain our freedom… we need no reasons» sentenciará el discurso final. Un discurso pletórico de «y la razón es», «y esto es porque», marcadores enfatizando que no hay precio suficiente en la lucha por una libertad que ha concluido con una EE. UU. totalmente militarizada. No quedan ciudadanos, ninio, sino soldados.

FromSoftware lleva la puya hasta las últimas consecuencias: el malo malísimo se parece demasiado a Willem Dafoe caricaturizado como Duende Verde en la ‘Spider-Man’ (Sam Raimi, 2002) de Sony. Y el presidente es clavado a Shea Whigham en sus primeros años de cine nacionalista bajo la dirección de Joel Schumacher.

Con su largo sketch (y speech) cómico, ‘Metal Wolf Chaos XD’ invita a razonar sobre las totalitaristas políticas exteriores de Estados Unidos. Un golpe de estado transforma el hogar en país ocupado por «el enemigo», un temor rastreable entre el radicalizado ideario de células neofascistas; y una solución que evoca directamente al ‘Might Is Right’ de Ragnar Redbeard. Aunque yo apostaría por una publicación de Lawrence Britt que, también a finales de 2003, parafraseaba y actualizaba las catorce características destinadas a detectar, prevenir y denunciar un régimen fascista: Fascism Anyone?

¿Permitirían sus ciudadanos tamaño uso de la fuerza, la destrucción casi total a costa de una libertad simbólica? Con su epíteto y su encuadre histórico actual, rodeado de ultraderechas sacando rédito de cualquier fake news, con Bolsonaro pegando invitando a pegar fuego al pulmón del mundo, con la AfD marcando la agenda alemana y una España que no se cura nunca porque prefiere vivir odiando, ‘Metal Wolf Chaos XD’ sirve en la mesa el error de perspectiva de aquella falacia lógica «muerto el perro, se acabó la rabia». No en vano, así llaman al ficticio vicepresidente, Richard Hawk, war dog. Y así denominaron a George W. Bush y Dick Cheney, presi y vice desde 2001 a 2009, dos figuras que todavía andan repartiéndose y escurriendo el rol de criminales de guerra.

[1] A este ejercicio le debemos ‘Jet Set Radio Future’, ‘Panzer Dragoon Orta’, ‘Crazy Taxi 3: High Roller’, ‘Phantom Dust’ o ‘Shenmue II’, lo que algunos historiadores llaman «el éxodo», por aquella transición de propiedades intelectuales desde Dreamcast a la primera Xbox. Un pequeño oasis en cual recalar cada cierto tiempo.
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