30 septiembre, 2019
Menuda noticia para levantarse este pasado jueves: la desarrolladora Frogwares anunciaba en su web que, a consecuencia del fin del acuerdo de publicación con Focus Home Interactive, la distribuidora francesa estaba quitando sus juegos de las tiendas electrónicas de diversas plataformas; títulos como ‘Magrunner: Dark Pulse’, ‘El testamento de Sherlock Holmes’ o ‘Sherlock Holmes contra Jack el Destripador’ han dejado de estar disponibles en el Xbox Marketplace y en la PlayStation Store. De acuerdo con el comunicado, Focus se negaba a devolverles la ID de contenido de los títulos para que siguieran vendiéndolos –pese al fin del acuerdo con ellos, y pese a que Frogwares es dueña de la propiedad intelectual de los juegos afectados– alegando que han establecido una política según la cual no transferirán ningún título a un desarrollador que haya retirado sus creaciones del catálogo de la distribuidora; política que, de acuerdo con Frogwares, jamás ha figurado en contrato alguno que hayan firmado con ellos.
Aunque la decisión de Focus Home Interactive se ha limitado por ahora a las consolas –los títulos mencionados, y otros exclusivos de PC, siguen pudiendo encontrarse en Steam y GOG– el revuelo resultante ha prendido fuego a las cabeceras de la prensa especializada. Por citar ejemplos: Vandal, Eurogamer o SomosXbox le han dado eco en la esfera hispanohablante; en la angloesfera, PC Gamer, Polygon, Rock, Paper, Shotgun y Jim Sterling, quien ha dedicado un vídeo a comentar la noticia y a expresar su decepción con una distribuidora que, hasta la noticia de este jueves, se había ganado su respeto.
Esta noticia es lluvia sobre el charco que ya dejaba lo que dos semanas antes salía a la luz acerca de otra distribuidora, Nicalis, y su trato de desprecio y explotación a los desarrolladores con los que trabaja. En uno y otro caso, nos encontramos lo mismo: las desarrolladoras a merced de las distribuidoras, y las distribuidoras aprovechando esa relación para abusar de su poder sobre ellas, ninguneándolas y haciéndoles perder potenciales ventas de las que puede que dependan para sobrevivir. Compañías en teoría serias que, en la práctica, actúan como un amigo de colegio que, cuando decides cortar con él porque os habéis peleado, se niega a devolverte los videojuegos, libros, cómics o juguetes que le prestaste; maldad y vergüenza ajena, todo en el mismo pack.
En uno y otro caso, nos encontramos lo mismo: las desarrolladoras a merced de las distribuidoras
Porque ¿qué gana con esto Focus Home Interactive? ¿Tirar por la borda el prestigio ganado con años de publicar juegos de esa doble A que tanto echamos de menos en la presente generación, como los de Spiders y Cyanide? ¿Es alguna especie de advertencia a otras desarrolladoras que trabajan con ellos? ¿Un aviso de lo que les pasará si se atreven a pensar en partir peras y buscarse a otra distribuidora? ¿Qué clase de lógica empresarial del diablo es esa? ¿La de un imitador barato de Vito Corleone? ¿La de un padre abusivo que sólo mantiene a sus hijos a su lado mediante el miedo? ¿Es así como quiere Focus que la veamos?
En la economía capitalista en la que vivimos, las distribuidoras tienen un poder enorme. Es por su actividad que llegan a nosotros los libros y las películas, la comida y la ropa; y, por supuesto, los videojuegos. Pero, por eso mismo, deberían ser capaces de ejercerlo con responsabilidad: cerrar el acceso al mercado de los productos de una compañía supone estrangularla, cuando no condenarla a muerte, y es algo que no debería producirse si no es por razones de verdadero peso. Y en este caso no hablamos de que Frogwares le haya dejado a deber dinero a Focus, o que haya incumplido el contrato con Focus: tan sólo ha decidido que, a la conclusión de lo que tenían firmado, le conviene irse con otra distribuidora.
A falta de una explicación oficial que justifique la decisión de Focus –suponiendo que haya alguna justificación digna de tal nombre para ella– la distribuidora parece una simple matona empresarial, haciendo daño a una ex socia para vengarse de que no quiera seguir haciendo negocios con ella o para meter miedo a otras desarrolladoras a fin de que no dejen el redil. Y aunque la posibilidad de un boicot por parte de los jugadores siempre es remota, ¿de verdad cree Focus que van a poder vivir de un grupo de desarrolladoras a las que tenga cautivas por miedo para siempre? ¿Qué pasará cuando nuevos estudios, en la horquilla de valores de producción de la doble A, prefieran distribuirse a sí mismos antes que tener que firmar con Focus? ¿O cuando las rivales de Focus se las arreglen para firmar con esas desarrolladoras, gracias a una política empresarial basada en no comportarse como unos matones despechados?
Sea lo que sea que ocurra, no va a ser bonito para Focus Home Interactive.
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