El último enemigo
que debe ser destruido

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14 abril, 2016

«El 90% de todo es mierda». La frase acuñada por el escritor y crítico de ciencia ficción Theodore Sturgeon fue una manera de defender un género al que se consideraba (de manera incorrecta) de muy baja calidad. El significado de ésta es que en cualquier otro género literario se puede dar el mismo problema: que la mayoría de las obras del mismo sean un tostón infumable. Los últimos días me asalta siempre un pensamiento pérfido y oscuro que no paro de relacionar con la Revelación de Sturgeon, una puerta a la depresión de cualquier jugador: cada día me gusta menos esto de los jueguicos. Tengo la sensación de que sigo con ellos por inercia, y de que el 90% de todo lo que les rodea es mierda. Una crisis de fe en toda regla, y no parece que sea el único. Cada día, uno prefiere más comentar y hablar sobre ellos que jugarlos (y no hablemos siquiera de comprarlos). Todo ello se debe a un montón de circunstancias, tanto de mercado como sociales, y ninguna de ellas tiene pinta de mejorar a corto plazo.

UbiLOLComo dijo nuestro compañero Soquam, nos hemos metido de cabeza en un fango consumista con el que buscamos paliar el mono entre cada gran lanzamiento con uno o más juegos que ni siquiera llegamos a jugar, movidos por la pura ansia de comprar que promueve la industria en la que estamos metidos. Consumismo del que las grandes distribuidoras se aprovechan sin ningún pudor con sus macrocampañas de marketing y la venta de juegos a medio acabar, sacando además todo el partido posible del dinero de los preorders y la venta en el día uno, hecho definido por Cartman de ‘South Park’ como «que te metan la polla en la boca» en el último capítulo de la trilogía de ‘A Song of Ass and Fire’. Hemos creado un monstruo, y los jugadores seguimos alimentando una maquinaria de bosta que no busca sino engullir nuestra diversión pura y prístina para evacuar una satisfacción onanística, rápida y sin pudor. Hemos convertido esa bella historia de amor que es el jugar a videojuegos en una porno con la que sentirnos bien inmediatamente antes de pasar al siguiente clip cuando nos sintamos mal. Hemos abierto la puerta al fee to pay (los micropagos en juegos con un precio fijo), a ser utilizados como beta testers gratuitos tanto de juegos como de actualizaciones de software que nos pueden joder la consola. Hemos mirado en el abismo y éste no sólo ha mirado dentro de nosotros, sino que se ha ensanchado para poder tragarnos a todos con más facilidad. Señoras y señores: todos, todos hemos contribuido a crear el último enemigo que debe ser destruido en nuestra industria. Con este panorama, uno casi que prefiere hacer oídos sordos, vivir su vida yendo a lo suyo y gastando dinero en lo que le gusta, como si no le afectase la cosa, para huir de manera inconsciente de la realidad que, en mayor o menor medida, hemos contribuido a crear. No es de extrañar que, ante esta situación, uno quiera hacerse a un lado y seguir su propio camino. Pero esa es la vía fácil, huir del problema.

Doritada

Yo digo no.

No quiero seguir siendo un esclavo del marketing para bros estúpido que busca cascarme un juego incompleto por sesenta pavos, no los merece. No quiero pagar por ediciones especiales que sólo buscan inflar el precio con unos goodies que puedo encontrar en cualquier evento friki o en AliExpress mucho más baratos que en las tiendas. No quiero seguir alimentando una industria que ha acabado siendo peor aún que la maquinaria cinematográfica hollywoodiense de superhéroes, perpetrada por tíos que no tienen ni idea de capitalismo sostenible y que sólo buscan la opulencia, el más y mejor, todo para compensar sus carencias. Demonios, casi hasta quiero ver la explosión de la burbuja triple A. Y para ello no nos queda otra que ser pesados, y aunque todos estamos hasta las cejas de leer artículos referentes al mercado, los micropagos…, no podemos huir y decir que estamos cansados de quejarnos por algo que debemos recuperar. Señoras y señores, debemos luchar por nuestro futuro, por el futuro de nuestro medio al que, en el fondo, seguimos amando más de lo que pensamos. Aunque el vinagre sigue siendo una opción (si es con razón y no gratuito), no nos queda sino caer en el mecanismo tan capitalista de “votar con la cartera”. Cada uno tendrá sus medios, y a lo único que puedo invitaros es a que sigáis con ello. No hay una práctica lapidaria que debamos seguir para conseguir la mejora que queremos, pero cambiar los hábitos tan consumistas y de usar y tirar que tenemos tantos de nosotros puede ayudarnos a hacer mella en ese monstruo que hemos contribuido a crear todos, algo a todas luces necesario.

Todos hemos contribuido a crear el último enemigo que debe ser destruido en nuestra industria

Entiendo que, en lo que se refiere a los juegos nuevos, cuesta decir que no a pillarlo el día uno y poder luego comentarlo con los colegas. Pero viendo los beneficios a largo plazo, olvidarnos de algo como el preorder es (casi) imprescindible para los que llevamos bastante tiempo en esto, aunque podamos caer en la tentación. Yo seguro que caeré con ‘Persona 5’ o el próximo juego de Kamiya: al fin y al cabo, tomarse demasiado en serio una afición, el volverse un ultra de la misma, no conlleva sino malas consecuencias, y es algo que vemos todos los días con sólo abrir según qué medios, foros e imageboards. Rajar, si no va acompañado del uso de la cartera, o algo que de verdad afecte a quien queremos influir, no es sino un brindis al sol o, en el peor caso, un arrebato de cuñadismo. Tenemos el mejor ejemplo en lo que ocurrió cuando Steam introdujo el servicio de mods de pago: la avalancha de correos fue tan grande que ni siquiera el dinero ganado con la venta de esos mods permitía pagar el servidor debido al aluvión de quejas que les llegaba.harada faker Acción-reacción en su expresión más pura, que es a lo que deberíamos optar. En cierto modo, lo que dijo el productor de ‘Tekken’ sobre un hipotético ‘Xenosaga Collection’ es verdad: si queremos influir, debemos tomar medidas, haciendo frente común. Y lo conseguiremos, pero evitando que se aprovechen de nosotros con chantajes como el de Capcom. Medios que no sirven sólo para la vuelta de una franquicia, sino para mejorar todo esto que queremos y amamos, y esto se puede extrapolar a más ámbitos además del de nuestra afición.

Está claro que todos nosotros, los jugadores, somos los que de verdad podemos acabar con las malas prácticas del mundillo, ayudando a que los desarrolladores no acaben incurriendo en las mismas. Desde las que ocurren respecto de las ballenas de los juegos free to play, los remasters a precio de juego nuevo, hasta el lanzamiento de títulos a medio cocer. Pero si queremos cambiar esto, tenemos que luchar todos juntos, a nuestra manera, para recuperar lo bueno del sistema anterior. No niego que todo esto pueda sonar a la pataleta de alguien que se niega a aceptar la evolución del mercado; pero en este caso, y con prácticas tan abusivas e irracionales como las mencionadas, y alguna más que me dejo en el tintero, lo único que podemos hacer es unirnos y luchar por esto poco a poco. Puede parecer irrealizable, pero con pequeñas acciones, convenciendo a amigos o incluso escribiendo sobre ello, podemos iniciar el cambio. Soy un idealista, al fin y al cabo. Aunque Sturgeon dijo que el 90% de cualquier cosa es puta mierda, el 10% restante es aquél por el que merece la pena luchar, es el que nos devuelve la fe en nuestra afición, y sigue habiendo pequeños ejemplos de ello tanto a nivel creativo como de producción. Y no sé vosotros, pero yo quiero extender ese pequeño porcentaje.

FALCON SUPERHOT PUNCH

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3 respuestas a “El último enemigo
que debe ser destruido”

  1. Sergio Guerreiro Profesor Cafe dice:

    Me sorprende enormemente que no hayan escrito ningún comentario en éste post. Ahí va uno: Es una verdadera joya. También es el escrito que mejor argumenta en contra de la filosofía «ta todo bien» que plantean muchos youtubers y algunos peridoristas respecto a la dedidificación de cosas como el hype, ediciones de coleccionista con sobreprecio y otras prácicas bizarras que también mencionabas.

    Voy a guardar el artículo. Reconozco que disfruto también con la vorágine del hype y viendo unboxings, pero necesito algo que me recuerde que siempre, siempre, hay consecuencias.

    Gracias Sergio.