14 mayo, 2015
Habiendo dedicado nuestra última entrega al género musical y sus ramificaciones, era casi inevitable que invitáramos a aportar sus conocimientos sobre el tema a GameReport a una de las voces más autorizadas —y que mejor escribe— sobre el tema: Esther Miguel Trula, más conocida en el ciberespacio como Flamenca Stone, periodista cultural todoterreno tan capaz de tocar con su pluma los videojuegos como el cine, la música o el cómic. Su principal base de operaciones digital es su blog, aunque sus colaboraciones en otros medios abarcan publicaciones como Fotogramas, Mondo Pixel o Videodromo. Vive a caballo entre Cantabria y Madrid, y se define como «deportista profesional de DDR»; de ahí que su colaboración para GameReport haya versado precisamente sobre este subgénero de los juegos musicales.
Empecemos hablando de Esther Miguel Trula, la persona tras el nombre de guerra: ¿cómo comenzó tu interés por los videojuegos?
En mi infancia tuve que perder muchas mañanas y tardes de domingo viajando a desgana por la orografía cántabra, la mayor parte del tiempo en los asientos traseros del coche familiar, con los cascos puestos y con una Game Boy en las manos dándole uso a alguno de aquellos cartuchos de 32 en 1 o 16 en 1. Era eso o entrar a verle las piedras a los monasterios prerrománicos. Así que sí, mis primeras escapadas al mundo de los videojuegos fueron un poco por obligación. Luego por mi comunión conseguiría hacerme con una Nintendo 64, que me enseñó con sus polígonos mundos mucho más atractivos que los de la consola portátil, y con eso y con que mis primos, que se pasaban las tardes jugando, me enseñaban hasta dónde podría llegar si me esforzaba por ser más diestra, ya sí diría cogí la afición con más interés.
¿De dónde viene el nombre de Flamenca Stone?
Es un misterio que nunca desvelaré, por supuesto.
¿Cuál fue el primer juego que de verdad te impactó?
Como le pasa a muchos, mis primeros recuerdos felices con los videojuegos no son jugándolos, sino viendo a los mayores jugar. En las recreativas de mi pueblo al ‘Three Wonders’, al ‘Street Fighter’, al ‘Metal Slug’. Pero si hablamos de impacto en primera persona probablemente diría el ‘Vib-Ribbon’. Cuatro botones y todo un mundo de posibilidades. ¡Por aquel entonces se parecía mucho a los juegos de palmas a los que jugábamos las niñas en el patio!
En tu texto para GameReport, hablas de los juegos como ‘DDR’ y similares desde una perspectiva sorprendentemente profunda. ¿Es tu género favorito?
Mi favorito y el que mejor se me da.
Dentro del género, y aparte de ‘Vib Ribbon’ y de los juegos que mencionas en tu artículo, ¿qué títulos consideras imprescindibles?
Es un género en el que los imprescindibles están bastante reconocidos. Además de los mencionados en el artículo pues ‘Audiosurf’, ‘PaRappa the Rapper’, ‘Space Channel’, ‘Rock Band 2’… Siempre he defendido ‘Bust a Groove’ como una rareza encomiable, y el ‘Dj Hero’, a pesar de sus detractores, a mí me encantaba. Estoy muy contenta de que la gente saque las alfombras y juegue ahora al ‘Crypt of the Necrodancer’, y recientemente lo he pasado bien con ‘Hohokum’, pero no tanto por las mecánicas como por la experiencia zen y la música, de Tycho, un grupo que me gusta mucho. También le tengo echado el ojo a ‘Karmaflow’ y a ‘Thumper’, a ver cuándo salen. Ah, y mención especial para los nuevos ‘Rayman’ y lo que hacen en los niveles musicales.
¿Crees que el género musical tiene el reconocimiento que merece por parte de gran público y crítica, o no está lo bastante valorado?
Creo que lo que sucede es que no está demasiado extendido para lo que es este tipo de juego, tan accesible para todo el mundo que tenga sentido del ritmo, ese 90% de la humanidad. Es decir, supongo que esa gente que sigue jugando a día de hoy a los ‘Sing Star’ y a los ‘Dance Central’ los findes con los amigos seguirán existiendo, aunque yo no les conozca, pero a lo que me refiero es que no termino de comprender por qué no hay un ‘Candy Crush’ musical superventas que los devore a todos, o al menos sí al nivel de los ‘Cut the Rope’ o ‘Bubble Witch Saga’. Por no llevar cascos en el bus o en el metro, supongo.
Aparte del musical, ¿qué otros géneros te gustan?
Puzle y plataformas indies es lo que más juego, creo. Los triple A y los de mundos abiertos, los buenos, son fascinantes, pero en muchos casos me dan pereza por todo el tiempo de juego que requieren.
Además de hablar de juegos, escribes sobre cine, participas en cortos y fanzines, pinchas música… ¿En qué medida ha influido esa diversidad de intereses en tu manera de analizar los juegos y todo lo que les rodea?
Es que intento no observar a los juegos esencialmente comparándolos con otros juegos, sino de forma más global. El medio de expresión me parece menos importante que el mensaje. Todos los medios tienen sus particularidades, sus limitaciones y áreas de exclusividad, pero en todos ellos hay una posibilidad de convertirse en vasos comunicantes, y como hay tiempo limitado intento seleccionar lo que más va a interesarme de cada grupo. Luego pasa lo que pasa, que tengo unas lagunas imperdonables para cualquier periodista digno de etiquetarse como especializado en esta o aquella rama cultural. Pero creo que no todo el mundo debería guiarse por el mismo patrón, y como a mí me gusta más jugar con los temas subyacentes que con las categorías de ocio he acabado en esta especie de propuesta. Son textos menos rigurosos, pero tal vez más libres.
Ya que eres cinéfila además de jugona, ¿cómo ves el debate en torno a sobre si los juegos son arte o no?
Avisar a los lectores de Game Report que no me considero para nada jugona. Mi hábito está más cercano al de alguien casual, aunque cada día hagamos por remediarlo.
Di en la carrera una asignatura sobre arte y otra sobre cultura, y sigue sin quedarme del todo claro qué es una u otra. Pero bueno, pongamos como mínimo que despreciar en bloque toda una forma de expresión es de ser muy mezquino.
¿Cómo ves el estado de la narrativa en los videojuegos?
Es curioso esto, porque pese a que a mí me parece que es más importante la vertiente ludóloga de los videojuegos, está claro que lo que se potencia ahora mismo son las narrativas. Y siento decirlo pero es la verdad: las narraciones de los videojuegos de hoy están bastante lejos de ser siquiera decentes en la inmensa mayoría de los casos.
Has dicho antes que tus inicios en los juegos se dieron de la mano de Nintendo. ¿Qué crees que ha hecho bien y mal desde entonces?
Después de la 64 me desvinculé de Nintendo. Lo único que sé es que estoy entretenidísima con todo el asunto de los amiibos.
¿Siempre quisiste dedicarte al periodismo de videojuegos, o es algo que surgió con tu desarrollo profesional?
No, claro. En realidad ni siquiera sé si quiero dedicarme al periodismo cultural en general, es un tipo de trabajo que he acabado desarrollando porque es lo que más se acerca al estilo de vida que creo va conmigo. Me paso el día consumiendo y rumiando, y hablar de ello me parece una forma sencilla de ganar dinero hasta que consiga liberarme de la opresión capitalista y pueda ser un híbrido entre una hikikomori y una bon vivant de lo mío. Si suena a broma es normal, pero es lo que hay.
Y cuando lo logres, ¿qué harás?
Nada productivo, espero.
Muchas gracias por todo, y mucha suerte en el futuro.
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