por Israel Fernández
27 octubre, 2016
¿Sabes cuál es el único y verdadero Santo Grial de la vida adulta? El tiempo. El tiempo lo devora todo, nos atenaza, nos congestiona. Mirar hacia atrás es tan terrible que la mitad del tiempo lo pasamos llorando. No es nostalgia, es una fotografía agujereada por todos esos huecos que nos ha faltado cubrir. Sólo que ya está impresa, es irrevocable. No hay marcha atrás, sólo hacia adelante. Crear, procesar, desechar. Una cadena de montaje, un circuito de dirección única. Construir, destruir. Y, de fondo, una sinfonía. Porque la música se vertebra en dos variables: tiempo y armonía. Y una de ellas ni siquiera es imprescindible.
Llevaba unos seis meses sin encender la PlayStation 3. Siempre mirando hacia delante, por querer ser parte de todo y nada a la vez, por respirar el día a día a bocanadas. Empecé a picotear entre los, fácilmente, doscientos juegos que tengo instalados en el disco duro. Así va la pobre. Pero todos olían a alcanfor y embalado de aeropuerto, a viejo e industrial. Hasta que llegué a ‘Wipeout HD’. Recuerdo los días de invierno, saliendo tarde del trabajo, y empezar a competir. Y no poder dejarlo. Necesitaba más tiempo, más música. Porque la quintaesencia de este pequeño demonio está en su pulso. El original de PlayStation portaba sobre la caja de metacrilato una pegatina que rezaba «Music By The Chemical Brothers, Orbital, Leftfield». La vida prosaica dirá que aquello era un reclamo publicitario, porque licenciar canciones cuesta una pasta. Mi yo de diez años creía que la música era parte del diseño, que mientras engarzas texturas sobre las mallas tienes que ir ajustando las notas de cada canción. Y tenía razón.
Tras su presentación en el E3, ‘Wipeout HD’ prometió su salida durante el primer trimestre de 2008. Una serie de problemas técnicos —los test de epilepsia arrojaban datos no concluyentes— provocó un delay que eternizó el desarrollo. El tiempo, siempre corriendo. Por suerte, Studio Liverpool no era precisamente una desarrolladora con pocas fuentes. La antigua Psygnosis, hogar de joyitas como ‘Destruction Derby’, ‘Overboard’ y el juego de las Spice Girls, sin ignorar sagas como ‘Lemmings’, ‘F1’ o ‘Shadow of the Beast’, hoy difunta, contaba con los ahorros de Sony. Psygnosis supo entender mejor que muchos el zeitgeist de su tiempo. Por sus venas corría nitroglicerina. Lo que hicieron al motor sólo es comparable con lo que hizo Rare (con Nintendo) a las plataformas. El caso es que ‘Wipeout HD’ no llegaría antes del 25 de septiembre de ese mismo año. En digital; la copia física tardó casi otro año, a la que se sumaría la expansión ‘Fury’.
El tiempo está ahí para recordarnos que existimos
El mes pasado, ‘Wipeout HD’ cumplió ocho años. Piensa qué estabas haciendo hace ocho años. ¿Tenías pareja? ¿Te has casado ya? ¿Has cambiado de trabajo? ¿Ha fallecido algún ser querido? ¿Has dejado de fumar, o has empezado a hacerlo? El tiempo está ahí para recordarnos que existimos. Cualquiera diría que no lo necesitamos, que ya estamos bastante curtidos como para asirnos a abstracciones, más a sabiendas que seguimos a pies juntillas un calendario errático y un sistema de contabilidad defectuoso. Pero todo lo que hemos construido depende de ello. Y nosotros dependemos de todo lo que hemos construido. Así las cosas, ‘Wipeout HD’ no ha envejecido un ápice. Y estoy seguro que, dentro de otros ocho, el juego británico estará en el mismo punto.
El primer ‘Wipeout’ ya estaba copado de mitología, de referencias cruzadas y cierto gusto por la estilización formal. Existían cuatro grandes corporaciones: AG Systems International, fundada en un Japón de 2040; Auricom Research Industries, de los EE.UU. de 2046; la rusa Quirex, de 2045; y FEISAR (Federal European Industrial Science And Research), representante del viejo continente y fundada en 2036. Los pilotos tenían nombres como Arian Tetsuo o John Dekka. Había tanto de ‘Akira’ como de ‘Blade Runner’, de ‘Ghost In The Shell’ como de de ‘Star Trek’. Un futuro estéril y tecnificado, de electromagnetismo y nula mortalidad. Y ese lema tan sugestivo: «F3600 Anti-Gravity Racing League».
Durante dos décadas, cada entrega ha respetado el mensaje de la anterior. Toda la identidad de ‘Wipeout’ es clara y limpia: adrenalina, futurismo y éxtasis. Si haces un juego parecido será un juego imitando a ‘Wipeout’. Y ‘Wipeout HD’ va siempre un paso más allá. Concatena todo el menú dentro de placas hexagonales. Los cuatro niveles de dificultad son cuatro placas basadas en las siguientes clases: Venom, Flash, Rapier y Phantom. La diferencia entre una y otra es sencilla: en Venom vas a tres vueltas con una velocidad punta de 462 kilómetros por hora y en Rapier a cinco vueltas con 793 km/h de límite. Los hexágonos están dentro de cada parámetro: velocidad, propulsión, manejo y escudo. Si quedas primero, te llevas un hexágono de oro (3 puntos). Si juegas en HD tienes que plantar cara a ochenta pruebas que son ochenta hexágonos. Ídem en su expansión ‘Fury’: de Frenzy hasta Meltdown. De Blitzed a Aftermath. Cada evento es un nuevo planeta por conquistar. Y todo es tan coherente y consecuente que, una vez empiezas a manejar tu vaina con destreza, el juego será tuyo y nada más que tuyo.
Mi nave, de las doce disponibles, es una Triakis verde, muy maniobrable. Una piraña a la que le juré lealtad —un valor con el que desbloquearás diferentes skins que, a su vez, mejoran las estadísticas— y que no abandonaría por nada. Con esa monoplaza he logrado encadenar hasta tres barrenas horizontales seguidas. Se consiguen pulsando izquierda-derecha-izquierda, o al revés. Da igual. Hasta que no juegas no lo entiendes. De hecho, llevo media hora perdiendo el tiempo intentando explicar algo que no voy a lograr jamás. Pero es que un streaming tampoco podría. ‘Wipeout HD’ es como ‘Rez’, un juego nacido para ser sentido en la piel. Cuando estás en el Modo Zona, en la fase 30 de 75, y todo da vueltas a mil por hora, y empiezas a rascarte con la paredes y rebotar como una pelota de pinball, entiendes lo que significa la palabra velocidad. ¿Has visto la colisión de un coche en algún Gran Premio de Formula 1? En ese instante preciso donde el vehículo pierde el control y el piloto sabe que ya se va a estrellar, que ya casi se ha estrellado, suelta el volante. Eso mismo harás con el DualShock 3.
Coge tu canción favorita, pínchala y siente el vértigo en las tripas
Mientras tanto esquivarás muros de energía, y absorberás placas aceleradoras, y usarás cintas magnéticas aunque eso te cueste medio segundo de retraso en la próxima curva, y cada vez arriesgarás más, y gastarás cada power-up porque el rival, sea fantasma o nave contrincante, sólo merece saltar por los aires, pisar una mina, o cinco, tragarse la metralla justo en el centro del turbopropulsor. También puedes soltar una bomba expansiva si crees que alguien va a adelantarte (R1 para mirar) y jugártela. Quizá sufras las consecuencias, pero tu enemigo, esa descreída de Harimau International, quedará hecha chatarra. Puedes pensar en ‘Mario Kart’, que a su vez es heredero directo de ‘F-Zero’, el verdadero padre de este juego, pero yo te pediría que aguardaras con las referencias. Porque ‘Fury’ incluyó un Modo Detonador que, simple y llanamente, transforma un juego de conducción frenético en un shmup en tercera persona, un tube shooter como ‘Tube Trooper’ con algo de ‘Audiosurf’. Y justo cuando encadenes un combo x15 observarás que, por veinte euros, tienes dos juegos en uno. El ruido y la furia.
Decía al comienzo que en esta vida hay tiempo y, de fondo, una sinfonía, distinta para cada uno. Psygnosis escuchó la suya y bailó en consecuencia. Trance, house, zapatilla y pista. En ‘Wipeout HD’ existe una opción que, con toda seguridad, fue el detonante de tenerme horas y horas pegado a la pantalla: reproducir tu propia música. Pero no de manera estricta: un algoritmo aplica filtros sobre ella. Cuando te chocas se distorsiona y cuando caes en picado aplica un flanger. Esto hace que salirse de la pista y estrellarse entre la cartelería eléctrica no se sienta como penalización, sino como un escollo sin importancia que a la próxima, te lo garantizo, no volverá a pasar. Coge tu canción favorita y pínchala en alguno de los doce circuitos y siente esa cosa en las tripas, ese vértigo de montaña rusa que te recuerda que estás vivo, mientras el riff de la guitarra se llena de eco. Apura en esa curva pulsando R2 o L2 mientras mantienes girado el stick izquierdo y déjate la pintura en los neones. Da igual, hay una banda sonora que dará cuenta de cada hazaña y cada tropiezo.
De eso va ‘Wipeout HD’, el juego que Aphex Twin habría concebido de no estar encerrado en un búnker escribiendo su propia sinfonía. Y le llevó diez años. Si quieres atesorarlo siempre puedes tirar del Modo Foto. A 60 frames, 1080p. Aunque no te lo recomendaría: ¿qué es una fotografía sino otro retazo de memoria inerme? Sonará estúpido, pero en este movimiento perpetuo sólo nos queda una alternativa: seguir avanzando hacia delante. Hasta que todo vuele en mil pedazos.
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