por Sergio Guerreiro
9 marzo, 2017
Cada vez juego más en móvil. No sé qué tiene mi smartphone que, aparte del uso básico con WhatsApp y redes sociales, se ha convertido en la consola portátil que, de manera inconsciente, me llevo a todos lados y la que menos sitio ocupa. Viro hacia él y a su mercado, aunque en general no sea para mí. En diversos títulos free to play, si quieres ser un maestro o tenerlo todo, tienes que invertir un montón de tiempo y dinero en el juego, además de estar informado de todo su metajuego. Eso es algo a lo que un jugador con cada vez menos tiempo le cuesta acostumbrarse. A veces te apetece jugar a cosas que no sean complejas. Que sean directas, lo más arcade posible: Pim, pam, fuera. Acabar el viaje en bus o en tren, cerrar la app y a vivir. Es un alivio temporal hasta el fin de semana, quiero que sea intenso y que mi habilidad tenga la voz cantante por encima del tiempo y el grindeo. Por eso, quien escribe estas líneas cree que lo mejor para partidas cortas es un juego musical. Es simple y directo, te pones la canción, intentas seguir el ritmo y cuando le echas tiempo no mejora un personaje sino tú. Hubiera valido cualquiera, pero con ‘Voez’ siento que he acertado de pleno.
Los miembros de Rayark dieron con el mercado adecuado, el de los móviles, pero se han conseguido distinguir mucho de otros competidores por la razón más simple y a la vez la más efectiva: te entran por los ojos. Podemos ser todo lo hipócritas que queramos, pero si algo nos parece bonito nos acercamos a ver qué ofrece. La compañía taiwanesa ha apostado fuerte por sus apartados estéticos en sus otros juegos rítmicos como ‘Cytus’ y ‘Deemo’ o la potencia gráfica de la que hace gala ‘Implosion’. ‘Voez’ no se queda corto tampoco, ejecutamos la app y nos da la bienvenida una pequeña secuencia de animación con tonos claros y una balada pop. Nos presenta personajes y nos da a entender que hay algo de fondo más allá de tocar canciones. Por suerte no es así, la historia sobre un grupo de chicos que montan un grupo de música y acaban alcanzando el estrellato no es importante, aunque avanzar en ella nos dé llaves para desbloquear canciones. En todo caso, los textos de la app complementan una historia que puedes leer en la web del juego, por lo que si quieres saber más ahí está. Pero no son gráficos anime kawaii los que te animan a quedarte. La interfaz es simple y elegante, rotando siempre alrededor del mismo elemento: un cuadrado asentado sobre una de sus esquinas. Todo pivota alrededor del mismo símbolo dando una sensación de cohesión y belleza, algo que alcanza a todos sus elementos.
Entrando en lo que se refiere al sistema de control, éste no es nada nuevo. Bebe de otros juegos del género, siendo la principal referencia ‘Osu! Tatake! Ouendan!’, como todos los que usan una interfaz táctil. Los movimientos son sencillos (tocar, deslizar, mantener pulsado y arrastrar) dejando la complejidad a la canción. No, la clave está en la propia interfaz de juego, ya que mientras estamos tocando una canción no se queda quieta como la que vemos en juegos como en ‘Dance Dance Revolution’ o ‘beatmania’. No es un mero ecualizador, todo el sistema vive la música, llegando a montarse una pequeña rave en tu móvil con las canciones más movidas, y haciendo que cada canción sea una pequeña actuación en la que el programa saca a la luz todas sus virtudes. Además, el control de la dificultad está bien, no sólo porque cada canción tenga tres niveles (Easy, Normal y Special), sino porque antes de entrar a tocar cada una podemos modular la velocidad con la que aparecen los prompts en pantalla. ¿Estás ante una que no conoces y la velocidad de los iconos es muy rápida? No hay problema, practica con una velocidad menor para preverlos y haz que la memoria muscular vaya haciendo de las suyas mientras te preparas para hacer un full perfect.
Pero, en el fondo, éste es un juego musical, y lo que manda es su tracklist, que a día de hoy cuenta con 129 canciones y subiendo, la mayoría de autores desconocidos para los occidentales. Gente como Night Keepers, himmel, CC’n’A, R2A (el de la banda sonora de ‘Rabi-Ribi’), etc. Géneros variados, aunque prime por encima mi amada y querida electrónica. Además, el modelo free to play está implementado de una manera lógica y buena para el consumidor. Siempre hay en rotación trece canciones, saliendo una y entrando otra cada Lunes y Viernes, aparte de que cada semana hay tres diferentes que puedes tocar viendo antes un anuncio. Si quieres desbloquearlas para siempre utilizas llaves, que se te dan al cumplir diversos objetivos dentro del juego, desde acabar una canción en el mayor modo de dificultad con 900000 puntos o completar diez canciones. También puedes conseguirlas visitando la tienda y comprándolas, rozando el coste objetivo del juego los 101 € y subiendo. O si tienes una Nintendo Switch, puedes comprarlo por 21 € en la eShop. Pero, de nuevo, no es necesario compararlas todas, y puedes centrarte en las que te gustan, con las que te da el juego al cumplir objetivos o con alguna ofertilla. Este juego no quiere sacarte la pasta, quiere que te lo pases bien y lo goces cada vez que lo abras con todos y cada uno de sus elementos.
‘Voez’ va a lo que va. Sus partidas son cortas pero intensas y cada vez que acabas una, el tema principal en acústico, con el sonido de olas del mar de fondo, te envuelve y te recuerda que estás aquí para desconectar. Por diez o quince minutos, pero aquí estás para picarte con las canciones, relajarte y pasártelo bien. Un breve descanso paradisíaco en un océano tempestuoso de preocupaciones cotidianas al que te retiras hasta que el tren te avisa de que has llegado a tu parada. Simple y sencillo. No me hace falta nada más.
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