por Fernando Porta
21 abril, 2015
Todos hemos pasado por ese momento en el que suspiramos por un juguete nuevo, ya sea una videoconsola, un Action Man, una Barbie o esas muñecas de labios deformes y aspecto terrorífico llamadas Monster High (o sus madres, las Bratz). Pero aparte de muñecos que quedaron abandonados en el desván y consolas que acaban cogiendo polvo en su vitrina, creo que bastantes de los que estáis leyendo estas líneas habréis suspirado por un juego de mesa en especial. No es el GuacaMole. No es el Monopoly Star Wars. Era uno que tenía lucecitas y nos permitía hacer realidad el sueño de ser doctor más allá de intentar auscultar a un compañero de colegio con un plástico pocho. Sí, hablo de Operación, el juego de mesa del que Hasbro nunca ha dudado sacar su buen pellizco de beneficios. La nariz roja que centelleaba cada vez que fallábamos, los huesos y órganos que había que extraer de nuestro paciente y la tensión de acercar las pinzas para descubrir que nuestro pulso no era exactamente lo que se dice firme nos embobaron durante numerosas tardes en casa.
Pero nos hicimos mayores. Aquella plancha de metal era demasiado fácil como para mantener nuestra atención y se la regalamos a nuestros primos (¿cuántas cosas habrán desaparecido en ese agujero negro de préstamos que nunca volvían a nosotros?). El tiempo pasó y las consolas empezaban a dejar de ser un entretenimiento para críos con Nintendo DS para convertirse en un accesorio que todo hombre y mujer debía llevar en la bandolera o en el bolso. Amparo Baró y Javier Cámara lo atestiguan. Juegos como ‘Brain Training’, ‘Animal Crossing’, ‘Cocina Conmigo’ o ‘El profesor Layton’, incluídos en la línea Touch! Generations, jalonaban las estanterías de toda tienda que tuviera una pequeña sección de videojuegos. Era el boom, la revolución antes de que llegaran los juegos de móviles. Très chic.
Dentro de esta línea donde todo ser humano podía encontrar un título adecuado a sus necesidades lúdicas, nos encontrábamos con un extraño espécimen, un pequeño título que parecía fuera de lugar, no por el tema que trataba sino por atreverse a recrear un quirófano en la doble pantalla de la portátil. Un juego que trasladaba las mecánicas de Operación a la interfaz táctil de Nintendo DS. Ese extraño título era ‘Trauma Center: Under the Knife’.
No parece un título muy “vendible”, ¿no? Médicos, bisturís, operaciones a corazón abierto, virus mortíferos, experimentación con seres humanos… ¡Como para intentar colárselo a algún niño! Atlus aquí se la jugó con una propuesta algo extraña y un equipo liderado por el novatillo (en aquel entonces) Kazuya Niinou, que sólo había participado en dos títulos del adorable hámster Hamtaro como diseñador. Aunque no os suene el nombre, este japonés ha estado involucrado como asistente de dirección en ‘Final Fantasy XIV: A Realm Reborn’, ha sido director senior en Imageepooch (hasta 2012) y trabajó como director en la primera entrega del RPG ‘Etrian Odyssey’. Lo que es curioso es que se situara junto a él a un peso pesado de la compañía como Shoji Meguro (compositor de la mayoría de las BSO de la serie ‘Megami Tensei’), acompañado de Kenichi Tsuchiya (compañero de batallas de Meguro en la serie ‘Megami Tensei’) y Kenichi Kikkawa (diseñador de sonido de ‘Pokémon HeartGold’ y ‘Pokémon SoulSilver’, entre otros títulos).
En 2006 llegaba a nuestras manos este título, medio año después de haber salido en Japón y con una cálida acogida por parte de la crítica, que aunque no lo encumbró al Olimpo de Nintendo DS sí que le dio la importancia que se merecía, hecho extraño cuando hablamos de títulos de Atlus. Con una estética influenciada por el anime japonés, ‘Trauma Center: Under the Knife’ nos ponía en el pellejo de Derek Stiles, un médico que recientemente había visto fallecer a un paciente delante de sus narices debido a su propia negligencia.
Dudando de sus capacidades, Derek no deja de cuestionarse su vocación hasta que un día presencia un terrible accidente de coche. Ni corto ni perezoso, empieza a tratar al accidentado en plena calle, pero la operación es demasiado complicada. Sus manos tiemblan y empieza a ver cómo la vida del paciente se escurre entre sus dedos. Mientras piensa que otra vez ha fallado, un misterioso poder le es encomendado: el toque curativo (o healing touch), una extraña habilidad que le permite ralentizar el tiempo y llegar a un estado de concentración más allá de los límites de la capacidad humana para salvar la vida de sus pacientes, no sin dejarle completamente agotado tanto física como mentalmente. A partir de ese momento, la historia irá tomando progresivamente tintes más épicos, recorriendo todo el mundo en la búsqueda de una solución a un terrible virus llamado GUILT, creado por el ser humano y diseñado para barrernos de la faz de la tierra.
Pero, ¿cómo podemos devolver la salud a esos cuerpos esculturales sin rostro que se nos presentan? Como si de una serie de televisión se tratara, ‘Trauma Center: Under the Knife’ se estructura por capítulos, con una introducción à la visual novel que nos presenta las motivaciones detrás de cada personaje y los prolegómenos a las complicadas operaciones que vamos a tener que llevar a cabo: siempre interesantes, no excesivamente largos y suficientemente intrigantes. La historia está bien narrada, moviéndose siempre por terrenos bastante diferentes a los que estamos acostumbrados e intentando sorprender al jugador con cada nuevo giro de la trama.
Mas la salsa, la vidilla de ‘Trauma Center: Under the Knife’, está en las operaciones, unas en las que se juega continuamente con el elemento incertidumbre. Si no es una nueva mecánica que nos hace utilizar nuevas combinaciones de instrumentos quirúrgicos y consigue ponernos contra las cuerdas, es un cambio del modus operandi en el último segundo, una cepa de virus oculta o una herida que se vuelve a abrir cuando todo parecía terminado. ‘Trauma Center: Under the Knife’ explica todo muy bien hasta que nos deja solos y nos tenemos que sacar las castañas del fuego. Y cuando todo parece dominado, nos conmina a ser lo más rápidos posibles ya sea por limitaciones de tiempo, por realizar varias operaciones en tiempo récord, o por ver cómo el virus se multiplica hasta límites insospechados obligándonos a alternar nuestros esfuerzos entre terminar con la infección y mantener al paciente con vida hasta que lleguemos a un punto crítico donde debemos bajar los brazos y volver a empezar.
El lápiz y la pantalla táctil le sientan como un guante al sistema de juego ideado por Atlus, un aspecto en el que fallaban levemente las versiones posteriores en Wii al obligarnos a utilizar un Wiimote que no era tan preciso como prometía. A través de la pantalla inferior, podremos seleccionar los diversos instrumentos a usar en el transcurso de las operaciones para cortar, quemar, suturar o coger cualquier cosa dentro de las entrañas del paciente. Pero cuidado, porque no podremos ir a lo loco: nuestro conejillo de indias tendrá un pulso que habrá que vigilar, y que dependerá tanto de nuestra precisión a la hora de tocar las partes sensibles de su cuerpo como de las reacciones que causemos a partir de nuestras acciones o el tiempo que tardemos manteniendo el corte abierto.
La saga iniciada en Nintendo DS tuvo sus sucesores en Wii con el que dicen que es el mejor título, ‘Trauma Team’, que nunca llegó a nuestras fronteras, quizás motivado por las pobres ventas de ‘Trauma Center: New Blood’ (una percepción que infiero del precio de dos euros que llegó a alcanzar en Amazon España). Aun así, me quedo con este ‘Trauma Center: Under the Knife’ por abrirme en dos y meterme en su historia de virus apocalípticos y médicos imperfectos. Ahora, discúlpenme. A lo lejos escucho la sirena de una ambulancia. Hay un paciente que salvar.
¡A operar!
¡Nos hemos mudado!
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