por Pablo Gándara
1 octubre, 2018
A veces, mirando las listas de lanzamientos, da la sensación de que el videojuego es un medio estancado. Por ejemplo, entre los títulos más destacados de final de año nos encontramos la secuela de un juego de Rockstar de mundo abierto o la enésima entrega de las aventuras de Lara Croft, que a su vez es la segunda secuela de su propio reboot. También hay un juego de superhéroes y la cuarta iteración de un spin-off de carreras arcade. ‘FIFA’ y ‘Pro’ siguen ahí. ¿Y Nintendo? Nintendo ha decidido traer ‘Smash’ de vuelta, con nuevos personajes como principal adición. Por supuesto no falta el duelo entre ‘Battlefield’ y ‘Call of Duty’, cuya principal novedad para esta temporada es la inclusión del modo de juego más popular de la pasada, y ‘Assassin’s Creed’, que ha vuelto a volver; se ve que lo de dejar la franquicia en barbecho los años pares no era tan buena idea. También hay algunos indies, supongo, pero con tanto nombre rimbombante nadie les está prestando demasiada atención.
Lo interesante, quizás, es que repasando la lista más detenidamente me percato de que no sólo se trata de, en general, excelentes juegos sino de que, por más que hoy ya no nos parezcan tan frescos como cuando entraron tirando la puerta abajo, todos han introducido ideas innovadoras o creado tendencias que otros intentaron imitar. Así es un poco cómo funcionan estas cosas; te pasas la vida rejugando revisiones de lo mismo hasta que aparece un nuevo bombazo que cambia las reglas, como cuando Mario nos enseñó a saltar o el Jefe Maestro a apuntar con un mando. Es, de hecho, gracias a juegos como éstos que gente como yo tenemos cosas de qué hablar. Nos encanta hacerlo, para qué negarlo, y quizás por ello, cegados por la genialidad de nuestras obras favoritas, se nos olvida resaltar la importancia de los juegos que derriban otro tipo de puertas, unas un tanto menos metafóricas.
Tras meses de polémicas, de Nintendo y Xbox más amigas que nunca, de fans justificando lo injustificable en foros e incluso presión por parte de algunas de las compañías más importantes del sector, esta semana conocíamos la noticia de que Sony autorizará, por fin, el juego cruzado en ‘Fortnite’, permitiendo a sus usuarios jugar con y contra los de otras plataformas, abriendo la posibilidad de extenderlo a más juegos. A mí me parece una noticia cojonuda, sin lugar a dudas, porque más allá de que me haga ilusión jugar con todos mis amigos independientemente de qué dispositivo utilicemos, creo que el jugar todos juntos es el primer paso para acabar con una de las partes más tóxicas de nuestra industria: la guerra de consolas.
Otro apunte que me parece de recibo, sin embargo, es que esto ya se había intentado antes. Cuando Microsoft se gastó dos mil quinientos millones en ‘Minecraft’, el fenómeno de Mojang había adquirido tal magnitud que ni se les pasó por la cabeza dejar de lanzarlo en plataformas de la competencia. El juego cruzado en ‘Minecraft’ era sólo cuestión de tiempo, siempre y cuando las empresas responsables lo permitiesen. El siguiente ejemplo que se me viene a la mente es ‘Rocket League’. Ambos son juegos inmensos, con decenas de millones de seguidores. Consiguieron que Nintendo y Microsoft cambiasen de paradigma. No tuvieron tanta suerte con Sony, que sí cedió a la presión de ‘Fortnite’ porque, como decía Qui-Gon Jinn, siempre hay un pez más grande. Que se lo digan al pobre ‘Shadowrun’ de 2007, que introdujo el juego cruzado entre PC y consola como principal novedad y acabó pasando sin pena ni gloria.
A lo que voy es a que, a menudo, los proyectos más ambiciosos son también los caballos de Troya de algunas de las prácticas más cuestionables de nuestra industria. Las microtransacciones, los DLC abusivos, los sobres de cromos o los peores DRM suelen venir de la mano de juegos como los que coparán las estanterías estas navidades. Tal es su poder, tal es su influencia. Me parece importante destacar, pues, que esta capacidad no sólo abarca lo negativo, que en muchos casos los juegos mastodónticos son necesarios para que la industria avance y que, del mismo modo en que ‘Fallout’ introdujo los mods en consola y ‘GTA IV’ dignificó el contenido descargable, ‘Fortnite’ acaba de derribar otra puerta de una patada, una que parecía la mole de acero macizo que cierra la cámara acorazada de un banco. Así que, si en un futuro no nos tenemos que preocupar de qué plataforma utilizan nuestros amigos al elegir la nuestra porque el juego cruzado se haya convertido en la norma, probablemente se lo tengamos que agradecer a ese juego al que muchos parecen tener tanta tirria. Y yo encantado.
¡Nos hemos mudado!
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