por Elena Flores
20 septiembre, 2018
El otro día me enfrenté a un first world problem de manual, de esos que debería aparecer alguien y abofetearte repetidamente. Me compré un juego de salida y me dolió lo caro que era. ¡Sesenta eurazos! «Pero Nao, si tú compras muchas cosas de salida…» No, queridos. Yo de salida hasta ahora sólo he comprado Switch a sus humildes cuarenta y tantos… y ediciones coleccionista. Por eso las ediciones estándar se me hacen tan caras. Sí, lo sé. Es estúpido. Y os ofrecéis voluntarios vosotros para abofetearme. Pero a lo que vamos: ha salido un juego que me ha hecho romper mi rutina de adquisiciones y he desembolsado lo que considero un riñón, teniendo en cuenta la velocidad a la que se devalúan los juegos hoy en día. ¿Quién es el afortunado ganador? ‘Marvel’s Spider-Man’, por supuesto.
Me encanta Spider-Man, es mi superhéroe favorito, y gran parte de la culpa la tiene su primer juego para PlayStation, donde a pesar de sus limitaciones —como excusa para poder recorrer solamente las austeras azoteas de la ciudad, ésta se llenaba a nivel de calle de una niebla tóxica— disfruté como una enana balanceándome, encontrando sus cómics coleccionables y enfrentándome a matones, simbiontes y algunos de los principales enemigos de la saga. El trailer con el que anunciaron la entrega de Insomniac me hizo aplaudir con las orejas, pero aun así, no me decidí a reservarlo porque a la ya mencionada caída en picado del coste de salida se une mi casi nulo tiempo para jugar, por lo que acabo empezando lo que compro cuando se encuentra a precio de derribo. Pero en mitad de un mes de vacaciones, al llegar la fecha de lanzamiento, estaba claro lo que iba a suceder: de cabeza a por él el día de salida.
Tirarme a por un sandbox, como podréis imaginar, es una apuesta enormemente arriesgada, un cementerio de horas, un holocausto de coleccionables, un tobogán de secundarias. Empecé ‘Marvel’s Spider-Man’ centrándome en la trama principal y con la firme intención de picotear un poquito entre las misiones opcionales y demás parafernalia no obligatoria, para no agobiarme. Balancearse por la ciudad es tremendamente intuitivo y satisfactorio, la personalidad del trepamuros es la de los cómics, descarada y bastante mordaz —no como su tímida versión de Vengadores— y el combate, para mi sorpresa, tenía un más que bien medido equilibrio entre dificultad y satisfacción del button smashing. Doblaje a la altura de una superproducción, skyline precioso, modo foto donde perder miserablemente el tiempo… Todo check y funcionando, un más que digno tripleá. Las primeras horas avancé columpiándome de misión en misión, y únicamente me detuve a por los coleccionables que me encontraba literalmente frente a mí.
El problema llega cuando, para potenciar las habilidades del personaje y desbloquear ropitas y demás, es impepinable ponerse en modo recolección. Precisamente por gustarme tanto Spider-Man, disfruto pudiendo cambiar entre los trajes de diferentes cómics y películas, y cuantos más movimientos sabe el personaje, más divertido y satisfactorio es balancearse por la ciudad y partir caras. Así pues, llegué a un punto muerto, un kobayashi maru: seguir ignorando el contenido obviable —aparte de irritar seriamente mi TOC con estos temas— iba a hacer que el juego se quedase en su capa más monótona y primitiva; lanzarme a recoger mochilas, investigar en el laboratorio y activar antenas iba a devorar el tiempo que le dedicase al juego y terminaría por hastiarme. Después de caer en la segunda opción y frustrarme enormemente en una misión secundaria que requería una precisión con los balanceos y saltos que el control, simple e inmediato, no se presta a dar de buenas a primeras, pasó lo peor que puede pasar: me levanté y apagué la Play. Y tres días sin jugar después, llevé mi copia a una conocida cadena de compraventa y recuperé prácticamente el total de mi inversión.
¿Estoy cabreada? ¿Decepcionada? En absoluto. Spider-Man me ha dado lo que esperaba, ni más ni menos. Las horas que le he dedicado han sido satisfactorias y divertidas, me encanta el mimo que han puesto los chicos de Insomniac en todos los detallitos que puedes recoger, y me fastidió bastante vender el juego. Simplemente, se ha impuesto mi sentido de lo práctico: ahora mismo está claro que no me encuentro en el mood necesario para enfrentarme a un sandbox de estas características, y lo único que iba a conseguir a base de darme cabezazos era dejarlo olvidado en la estantería. Pero mi mayor fuente de frustración procede de una conclusión a la que he llegado después de intentar enfrentarme a los juegos que siempre me han apasionado, aquéllos en los que poder vagar durante horas y horas haciendo secundarias o simplemente disfrutando de los escenarios: necesito algo de consumo rápido, satisfactorio, que esté bien hecho y, si puede ser, que no haya visto antes, así que me da que me voy a enfrentar a una hambruna bastante aguda en lo que a jueguicos se refiere.
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Sinceramente, yo también estoy cansado de secundarias insulsas y coleccionables. Es divertido cuando eres un niño y tienes tiempo para perder, pero como adulto solo estropea la experiencia.
En el GTA V está bien llevado porque que las que hagas o no tampoco te estropea la experiencia general.
Pero eso de «para sacarle todo el partido al juego principal» tienes que recoger todas las pijadinas es una chorrada. Hay juegos en los que incluso no te enteras de la historia si solo haces la trama principal, lo cual narrativamente es un error.
Si hay un arma chula que es divertida de usar, damela en el juego principal, no me distraigas con recados que ya tengo que hacer los mios de la vida real.
Ese dinero que invierte ahí el estudio estaría mejor invertido en diseñadores de niveles para la trama principal. Ya que «repetitivo» y «repleto de secundarias» suelen ir de la mano (salvo pocas excepciones como Witcher o los juegos de Rockstar).
Pd. No hablo del Spiderman concretamente porque no lo jugue.
[…] Tocaba hablar de los principios de diseño del último sandbox de Insomniac, ‘Spiderman’, junto a su director Ryan Smith, que encaró una charla bastante divulgativa sobre los problemas […]