por GameReport
13 diciembre, 2017
Si echamos la vista atrás, no cuesta imaginar al equipo tras la primera Xbox derrochando ilusión y arrojo, dándolo todo por una idea en la que creían y, a través de la cual, pretendían hacer su propia revolución. Era su idea, la de una plataforma de fácil acceso, interfaz amigable y una máxima indiscutible: conectividad. Sin Microsoft, el negocio de los videojuegos sería hoy muy distinto, eso es incuestionable.
Sin embargo, el ímpetu y el trabajo bien hecho no siempre son correspondidos. A veces, debido a los siempre inoportunos tropiezos —tan poco deseables como por completo inevitables cuando eres pionero—, el mundo te lo hace pagar. Y entonces no importa cuánto te esforzaras en dar lo mejor de ti, cuánto trabajaras para el cumplimiento de una idea, cuánto lucharas por hacer avanzar un sector en el que, francamente, todavía te sientes como un pez fuera del agua. Que la división Xbox ha cometido errores es un hecho, pero debemos recordar que, a menudo, es únicamente a través de los errores como se llega a los aciertos. Y de ésos, ciertamente, han tenido suficientes como para llegar a la actualidad más fuertes que nunca.
Despejando la equis: La alternativa Microsoft elucubra sobre la trayectoria de una marca que parece no encontrar aún su identidad, aunque la busca con estertórica fuerza en aquella conectividad de la que hiciera gala desde el principio. Encuentra esta fuerza en ‘Halo’ y sus verdes exoesqueletos con cascos de visera naranja y rifles siempre dispuestos, en el exterminio de las hordas alienígenas de ‘Gears of War’ a base de motosierra y en los asfaltos hiperrealistas con menos relevancia que los siempre bellos atardeceres de ‘Forza Horizon 3’. Esta jugosa alternativa alberga también la delicadeza de recónditos bosques ciegos y bellos Imperios de Jade, de la animada aventura de un par de tazas la mar de saladas y el sutil y delicado equilibrio de las artes marciales de ‘Otogi 2: Immortal Warriors’. Diserta además sobre lo complicado del mercado japonés para una marca gaijin y la importancia de haber impulsado, como sólo ellos lo hicieron, un mercado indie que todavía hoy anda en ebullición; sin olvidar aquello que Microsoft logró mucho antes; cuando aquella máquina negra todavía no había heredado la X de DirectX, los usuarios de Windows ya podían descubrir el placer de mezclar trabajo y juego o —maravíllense— pilotar un avión desde la comodidad de un escritorio.
En nuestro país, si me lo permiten, hemos sido especialmente desagradecidos con una marca que siempre buscó la grandeza, que apostó por el riesgo y no pudo —todavía— alcanzar la gloria. Aventurémonos juntos, al menos, en estas reflexiones. Les aseguro que no son de gatillo fácil.
¡Nos hemos mudado!
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