por Pablo Gándara
3 septiembre, 2018
Si has vivido en España durante los noventa y primeros años dos mil seguramente hayas escuchado en más de una ocasión un par de términos bastante específicos usados de forma más general: PlayStation o la pley como sinónimos de consola de sobremesa y Game Boy para referirse a toda portátil habida y por haber. Quizás, la irrupción de Wii en las casas y PSP en las mochilas cambiase la tendencia y hoy se escuche menos, pero durante unos cuantos años estas expresiones formaban parte del pan de cada día de muchos de nosotros, que mirábamos a nuestras dreamcasts, gamecubes y xboxes con una mezcla de lástima y compasión.
A Sony y a Nintendo, en todo caso, nunca pareció molestarles, y no me extraña. Imagina a un padre entrando en una tienda a comprarle una consola al cumpleañero de turno. No está muy familiarizado con el tema y, en vez de preguntar por una consola pregunta por una pley, está claro cuál acabará comprando, ¿no? Pues resulta que a Nintendo América sí le pareció una mala idea.
Me lo contaba el dueño de una tienda de juegos retro de Canadá el otro día. Al parecer, a finales de los ochenta y principios de los noventa, la compañía nipona alcanzó tal nivel de popularidad que mucha gente empezó a referirse a todos los videojuegos como nintendos, independientemente de la marca que los hubiese fabricado. La reacción de Nintendo fue enviar cartas a las tiendas solicitando ser cuidadosos con anuncios y comunicación para evitar esta confusión. La explicación que me dio el vendedor es que a Nintendo no le gustaba que su marca pudiese ser asociada con otras como Atari o Sega que, a su juicio, eran claramente inferiores y, por tanto, dañaban su imagen. Salí de la tienda con dos cosas; por un lado, una resplandeciente copia de ‘Panzer Dragoon Orta’ y, por otra, un mar de dudas y curiosidad. Así que al llegar a casa me dio por investigar y…
Sin embargo, las razones de Nintendo tenían mucho menos que ver con un corrompido complejo de superioridad (seamos realistas, ni el propio Miyamoto diría que Nintendo hacía mejores juegos que Sega en los noventa…) y más que ver con la posibilidad de perder su propio nombre. Y es que, según la ley americana de marcas, si el uso de un nombre se generaliza demasiado, el dueño del mismo pierde la exclusividad sobre él y otros fabricantes pueden empezar a usarlo. Hoy en día, las compañías están familiarizadas con el proceso y cuentan con mecanismos para evitarlo, pero los ochenta y noventa fueron un no parar de corporaciones perdiendo propiedades intelectuales: band aid, xerox, fresbee, kleenex, aspirin, trampolin o thermos son todos nombres que ya no se tienen que escribir con mayúsculas porque han pasado a dominio público. Sus dueños tuvieron un monopolio tal que se les fue de las manos y perdieron cualquier beneficio que de él pudiesen extraer. Nintendo estuvo cerca, pero actuó a tiempo. De lo contrario, quién sabe, quizás habríamos tenido un vídeo como este protagonizado por Miyamoto, Iwata y Reggie:
Reconocimientos: El autor gustaría de agradecer a las buenas gentes de Resetera por proveer buena parte de la información que sustenta este artículo.¡Nos hemos mudado!
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