Luxuria Superbia, simulador de orgasmos tántricos

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29 mayo, 2018

Ser indie significa mucho más que ajustarse a un presupuesto reducido, creando juegos con menos recursos económicos, o haciendo a la postre prototipos que condensen la esencia jugable de producciones a gran escala. No, me niego a ver la escena indie como una cantera de desarrolladores frustrados que hubiesen aspirado a trabajar en la industria del triple A o que sueñan con tener algún día presupuesto suficiente como para hacer exactamente las mismas cosas que ya existen en la industria.

Ser independiente, no sólo en los videojuegos sino también en otras formas de arte, significa sobre todo aspirar a desarrollar conceptos creativos que por su osadía, grado de transgresión, originalidad o componente marciano, no tendrían cabida en un modelo de producción industrial ni resultarían viables económicamente si se intentasen vender a un gran público, en vez de tratar de encontrar nichos específicos. O el elefante en la habitación una vez más de la diversidad de propuestas en el medio.

Tale of Tales - Luxuria superbiaEn ese sentido, pocos desarrolladores han sido más osados conceptualmente que Auriea Harvey y Michaël Samyn, la pareja de artistas multidisciplinares que fundaría Tale of Tales en 2002, antes incluso de que el marketing usado por los tres grandes fabricantes de consolas nos convenciese de la existencia de un sector indie en la industria, y de que muchos periodistas pudiesen acuñar la expresión indie a modo de eslogan que pueda llegar a redimirlos por su devoción y completa dedicación al blockbuster, indies usados como notas a pie de página para lavar conciencias de cajas para coleccionistas enviadas a una redacción.

Cada uno de los juegos creados por Tale of Tales se podría considerar un gigantesco salto al vacío. Explorando nuevos territorios e ideas creativas. Bajo la premisa de tratar de olvidar cualquier tradición pasada o concepción preestablecida acerca de lo que significa ser un videojuego. Convirtiéndolos en una suma de resortes mecánicos interactivos, que serán usados para dialogar con el resto de disciplinas artísticas. Con una mirada siempre puesta en el mundo de la galería, las instalaciones y el happening.

En ‘The Endless Forest’ crearon un juego multijugador en línea masivo, donde encarnamos a un ciervo interactuando con su entorno natural y con otros ciervos controlados desde otros lugares recónditos del mundo, en una de las comunidades online más bizarras y todavía activas a día de hoy, tras más de una década desde de su lanzamiento.

En ‘Bientôt l’été’ crearon un simulador de desencuentros amorosos, pensando para ser jugado online por dos personas de sexo opuesto. Coleccionaremos fragmentos de poemas de Marguerite Duras que nos hablan sobre la fatalidad del amor mientras paseamos por la orilla del mar, y que luego usaremos en una suerte de tablero de ajedrez para encadenar conversaciones con el otro jugador. En un modo en que el único final posible en nuestro encuentro fugaz y fortuito, será el dolor y el sufrimiento de una despedida, tal cual, y como suena: así son los juegos de Tale of Tales, o cómo aprovechar los resortes interactivos del medio para crear instalaciones en un mundo global y conectado, de inmediatez digital, y sacándolas del entorno de las galerías.

Pero entre todas sus creaciones, siempre sentí una especial debilidad por ‘Luxuria Superbia’, no sólo su mejor obra desde un punto de vista mecánico y de integración de unos resortes que miran al pasado del medio para crear algo con la esencia de un juguete, tubular y minteriano. Sino que además se trata de su trabajo más radical temáticamente, pero que a la vez y de un modo contradictorio, sirve como perfecta puerta de entrada al mundo creacional de Tale of Tales. Resultando en su juego más comercial y accesible para el gran público, porque, ¿a quién no le gusta el sexo?

Luxuria Superbia - Ouya 2Y ‘Luxuria Superbia’ es ni más ni menos que un simulador de sexo tántrico. Donde deberemos aprender la cadencia y ritmo en el orgasmo de distintas flores, usadas a modo de metáfora para expresar la personalidad de distintos tipos de amantes.

Sólo aquellas personas que hayan ejercitado el arte de intentar retrasar y luego prolongar el éxtasis previo a un orgasmo en su pareja, podrán llegar a entender lo adictivo de ese concepto aplicado a un videojuego. Aprender e interiorizar cada reacción sutil en el cuerpo de nuestra amante, hasta alcanzar una sincronía perfecta. Moviéndonos al ritmo de sus espasmos, mientras intentamos prolongar el placer situándonos en esa línea fronteriza en que un solo estímulo más podría hacerla estallar, sólo para entonces rebajar la intensidad, haciendo de esa décima de segundo exacta que precede al orgasmo un estado mental de trance continuado.

Habrá flores de orgasmo rápido, que necesitarán muy pocos estímulos para alcanzar el estado de éxtasis final, obligándonos a espaciar mucho más nuestros movimientos. Mientras que otras flores tendrán un orgasmo mucho más difícil, exigiendo secuencias de caricias perfectas en sus estigmas, mientras evitamos distracciones mentales flotando en pleno vacío tubular que les hagan perder la concentración. Incluso a veces, podremos usar intencionadamente alguna de esas distracciones en forma de objetos burgueses insulsos y mundanos para rebajar la libido, retrasando con ello el orgasmo.

El juego nos permitirá además expresar nuestra propia personalidad como amantes. Seremos nosotros quienes decidamos si queremos dar un orgasmo rápido a cada flor, sumergiéndonos en la experiencia visual sólo unos minutos y jugando sin objetivos definidos. O si intentamos prolongar cada encuentro horas, ajustándonos de forma precisa a las contracciones y espasmos en cada flor hasta aprender la cadencia exacta que precipite sus orgasmos, y sobre todo cómo intensificar al máximo los instantes previos a ese estallido, obteniendo así puntuaciones más altas hasta alcanzar el ranking en que nos pidan que nos quedemos a dormir esa noche y las abracemos.

‘Luxuria Superbia’ es un concepto basado en aprender e interiorizar cada reacción sutil en el cuerpo de nuestra amante, hasta alcanzar una sincronía perfecta

Resultando en una auténtica obra maestra desde un punto de vista de diseño de niveles el cómo el balance de cada flor y la personalidad de cada amante han sido trasladados mediante estímulos audiovisuales al jugador, sumergiéndolo en ese timing preciso y grado de adicción que son propios del sexo cuando éste es estrechado hasta sus límites.

‘Luxuria Superbia’ existe además en dos sabores. Por un lado tenemos la versión con controles táctiles creada para dispositivos móviles, donde usaremos nuestros dedos para frotar los estigmas de la flor sobre la pantalla. Sintiéndose como una experiencia mecánica, más próxima al acto de masturbar a nuestra pareja usando nuestros dedos.

Y por otro lado tenemos la versión para ordenadores, pensada para jugarse con un controlador moviendo ambos sticks. Con una cadencia que se siente más próxima al sexo oral, como si con el movimiento de nuestros dedos sobre los sticks no estuviésemos sino trasladando el movimiento circular de nuestra lengua, sumergiéndonos en un grado similar de abstracción mental en partidas más largas, y resultando sin duda mi favorita.

Luxuria Superia 04

‘Luxuria Superbia’ no sólo resulta un hito en la historia del medio, al haber trasladado la práctica del sexo a una pantalla de una manera realista, dotándolo además de un componente de júbilo hedonista y alejado de cualquier tipo de sordidez, una reivindicación del joie de vivre que nos habla a su vez de sus creadores, una pareja de artistas que llevan más de una década creando juegos juntos, pero también disfrutando juntos de su sexualidad, y de ahí la forma en que todo fluye con naturalidad, sin tabúes y entre notas de jazz.

Resulta además un hito en la Historia del Arte por la forma en que logra trasladar el estado mental y de trance ligado a un orgasmo, plasmándolo de forma plástica. Expresando una concepción filosófica oriental de la sexualidad a través de estímulos audiovisuales, en una de las cumbres del arte contemporáneo para un siglo XXI zafio y huérfano de João César Monteiro.

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