por Juanma García
9 junio, 2015
De niño escapaban de mi mente horrorosos pensamientos al terminar el día, cuando la oscuridad total aparecía en mi habitación y la puerta se cerraba dando comienzo a la estrepitosa misión de dormirme con miles de ojos ficticios vigilandome. El tic tac del reloj anunciaba repiqueteos constantes y las gotas del grifo todavía caían de la reciente apertura para llenar la botella con la que siempre me acostaba: lo reconozco, era un maldito cagón. La oscuridad era mi constante enemiga en cualquier noche que se presentara, y creo que todos en mayor o menor medida, hemos sufrido pesadillas constantes por cualquier suceso de nuestro día a día y aquel terrorífico atrezo que era nuestro cuarto tenía culpa de ello.
La compañía Amazing Studios puso en mis narices un motivo más con el que soñar en aquellas interminables y dolorosas noches: ‘Heart of Darkness’ no me gustaba como me dejaba cuando terminaba de jugar, pero cumplía su labor como entretenimiento con creces. El juego irrumpía en la pantalla con un niño gamberro llamado Andy, hater profesional de su actividad como estudiante, amante de su perro Whisky y con una particularidad: dejaba de ser tan gamberro cuando la oscuridad aparecía en su vida. Durante un eclipse solar, el can desaparece sin previo aviso pero Andy tiene el presentimiento de que ha sido secuestrado por alguien. Angustiado y haciendo alarde de sus capacidades como niño fantástico, construye una extraña nave que por alguna razón le lleva a un sitio extraño habitado por seres oscuros y donde sus mayores miedos se dan la mano para conformar una historia en la que la vida de su perro está en juego y ningún miedo le impedirá salvarle: incluso si eso conlleva adentrarse en el Corazón de la Oscuridad y derrotar a un malvado ser conocido como El Señor Del Mal.
‘Heart of Darkness’ sigue la senda de llevarnos a una extraña inquietud y sensación de malestar. A pesar de no ser un juego que hoy por hoy dé miedo al jugador más adulto, tiene un toque que produce escalofríos y presenta un escenario conformado por las pesadillas de un infante imaginativo. En Darklands se dan la mano la realidad y el mundo utópico de la mente de un niño cualquiera atormentado por sus pesadillas: estrafalarios monstruos, peligros por doquier y la sensación agobiante y prácticamente mortal de no saber dónde dirigirte para poner pies en polvorosa. A nosotros está claro que el papel que nos toca es el de recorrer lugares en los que un niño lloraría por no sentirse a salvo, y donde en cambio puede más la fuerza por rescatar a nuestro fiel amigo canino antes que la posibilidad de que la oscuridad nos carcoma física y moralmente.
La propia ambientación resulta realmente fascinante, con cada escenario marcando el ritmo de una pesadilla que tiene lugar en todas sus formas y con la particularidad de ser un niño con el que la valentía actúa de psicólogo ante el trauma que éstos producen. Se representa, por tanto, el interés de los creadores por componer una atmósfera de frágil paranoia en la que ir avanzando se torna entre misterioso y tenebroso por partes iguales. Toda esta explosión de sensaciones que ofrece el título es su mayor acierto, donde cada rincón y cada recoveco actúa como un mecanismo que acciona los miedos más internos del protagonista. Por desgracia, no deja de ser un juego simple con ciertos toques de dificultad que pronto desaparecen.
Mientras que en lo argumental ‘Heart of Darkness’ soñaba con llegar a un público generalizado entre lo infantil y lo adulto, en lo jugable se mostraba como un juego que en ocasiones requería de toda nuestra atención para ser manejado correctamente. De hecho, la creación del título, entre la correcta ejecución de todas las acciones disponibles —correr, saltar, escalar, bucear, etc.— y dar vida a los escenarios creados en la cabeza de Éric Chahi —su creador—, llegó ‘Heart of Darkness’ a estar seis años a cocción para, si bien recibió algunas buenas críticas y se alabó su contenido bastante superior en el ámbito de las cinemáticas, ser duramente criticado por su corta duración.
Las críticas tampoco tardaron en llegar con respecto al apartado gráfico y su resolución, que por entonces y tras seis años de duración del proyecto se habían quedado desfasados. Aun así, los escenarios resultaban adecuados para la ambientación y congeniaban bien con las maneras de morir que tiene nuestro personaje: desde ser quemado hasta degollado o comido por las monstruosas sombras que atentan contra nuestra existencia.
Aunque ‘Heart of Darkness’ mantuvo a Éric Chahi durante más de diez años fuera de juego hasta la salida de ‘From Dust’, el diseñador francés se sintió orgulloso de su proyecto a pesar de la demora que acarreó. En este tiempo de descanso espiritual, Éric Chahi coqueteó con la pintura, el sonido e incluso se permitió la creación de una herramienta que permite manipular la síntesis sonora.
‘Heart of Darkness’ no es un juego de diez y a juzgar por su jugabilidad tampoco pretende serlo. Nos mantiene inmersos en un océano de oscuridad y miedos, de pesadillas dantescas que de críos atisbábamos entre las paredes de nuestro cuarto y de monstruos debajo de la cama que nos hacían la vida imposible. Se mantiene en forma durante sus dos horas de duración, pero a nivel rejugable se hace imposible a corto plazo, aunque cumple con su misión de entretener. En reglas generales, ‘Heart of Darkness’ cumple con sus aciertos y cae fulminado por sus errores a pesar de que no deja de ser una experiencia enriquecedora: es un buen título que te ayuda a ponerte en la piel de aquel niño que, como yo, se cagaba de lo lindo al llegar la completa oscuridad y ver las sombras tenebrosas acechándome desde cualquier rincón de la habitación.
¡Nos hemos mudado!
Conoce nuestra nueva revista y apoya el proyecto de Editorial GameReport.
Entra en el LOOP