Estamos en coma

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29 octubre, 2018

El huracán ‘Red Dead Redemption 2’ ha arrasado todo a su paso; cualquier cosa que haya pasado ajena al nuevo juego de Rockstar ha quedado enterrada, más después de las dos semanas de crunch continuo, de los Houser saltando a la palestra para calmar los ánimos después de unos cuantos comentarios que han puesto en el punto de mira una práctica demasiado extendida en todo tipo de entornos. También han pasado las hipérboles, los «me quita el aliento», los «nuevos estándares de la industria», la «obra maestra» del salvaje oeste. Pero ha dejado a unos cuantos jugadores en una encrucijada también, la de ser un gamer o estar en coma, incapaces de equilibrar la realidad de que este juego no sería posible sin esas semanas laborales infernales y de que, si quisiéramos ser consecuentes con esto, nos tendríamos que ir a vivir en medio del bosque.

Social Media - SpidermanY esto es un problema: porque al final la responsabilidad de todo esto parece que no recaiga ni en los Houser, ni en los managers que presionaron a los empleados para cumplir los objetivos o las exigencias del equipo directivo, ni en la planificación casi imposible de un proyecto que ha durado ocho años y que ha necesitado unas tres mil personas para llevarlo a buen puerto. Nos han hecho creer que la responsabilidad recae en cada uno de nosotros, en que estamos apoyando este tipo de prácticas comprando equis juego y aportando dinero a las arcas de la empresa que utiliza este tipo de métodos para sacar adelante estos hitos del medio.

Pero es una mentira para que no hagamos ruido: la acción individual puede ser significativa para el individuo que lo realiza, consistente con su activismo, pero es bastante improbable que suponga un cambio en las formas de consumo o en los métodos laborales que se utilizan para llevar al mercado el producto. Incluso externalizar esta acción a través de redes sociales para que actúen como amplificador puede no servir de nada, porque llega un punto en el que predicamos entre conversos, en cámaras de eco que encierran el mensaje y no permiten que llegue más allá. Este activismo acaba convirtiéndose en autoafirmación. Y ya. Mirar hacia otro lado tampoco es opción, porque si la alternativa es la inacción vamos aviados.

¿Cuál es el camino que debemos tomar? Parece que la respuesta correcta es hacer ruido: todo este debate sobre el crunch no se habría generado si no hubiera saltado todo el mundo para visibilizar el problema, consiguiendo (parcialmente) que se levanten vetos a hablar sobre la situación laboral en este mundillo, aunque todos estos gestos parezcan más un truco de magia construido en el departamento de relaciones públicas que una política de puertas abiertas sincera.

La acción individual es un mecanismo de autoafirmación con poca repercusión práctica. Pero la inacción tampoco permitirá seguir avanzando

Como decía pinjed en AnaitGames la semana pasada, «no existe una forma de hacerlo todo bien, pero sí hay alternativas y hábitos de consumo y de divulgación que pueden ayudar a mejorar las cosas». Y cuando el sueño del progreso produce monstruos, tenemos que intentar hacer todo lo que está en nuestra mano para evitar que lo que nos llegue, sea en esta industria o en otras, se haga bajo las condiciones que se han ido describiendo a lo largo de innumerables reportajes. Tenemos que dejar de alimentar a la máquina, sí, pero no de las formas más cómodas. Y dejar de estar en coma, porque parece que ahora es el momento de despertar.

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