Track 08

Jonathan Prat

‘Rise of the Tomb Raider’ es un videojuego complicado. Es como ese ligue que te gusta. Tiene buen físico y viene de buena familia, pero no es altivo. Sólo quiere caer bien y salir de su rutina. Te lleva de copas pero no te invita a la desesperada. Brinda porque os llevéis bien y la noche salga de lujo. Que esos bailes en la pista acaben en la cama. ¡Baila bien! Punto a su favor. Pero al segundo copazo notas que habla demasiado. No sabe medir los tiempos y empieza a desvariar. Te cuenta su vida, pero intenta que parezca más interesante de lo que es. No quiere ser sólo una cara bonita así que pone mucho empeño en regarlo todo de profundidad y misterio. Pero le ves venir desde el panizo y no cuela, claro. Aun así, tú lo conoces de toda la vida, sabes que tiene buen fondo. Pero joder si se enrolla, ¿no? Total, que a la novena anécdota que se entromete en la conversación interesante, te da todo el bajón. ¿Qué hora es? ¿Aún? Al final la noche acaba en un revolcón mal llevado en cualquier rincón y a otra cosa, mariposa. El sexo ha estado bien, pero le ha faltado fantasía. Sin embargo, cuando estás llegando a tu casa, te llega un mensaje al móvil. Que se lo ha pasado genial, que si volvéis a quedar otro día. Pone justo el emoticono que le pega a la frase. Lo clava. Contestas. Doble tick, lo ha leído. Frase de cierre y silencio. ¿Te acaba de ceder la última palabra? Curioso. Por alguna extraña razón aquí sabe cuándo dar la noche por buena y no insistir.

Ese mensaje que te hace dudar que igual ha tenido un mal día pero que detrás de toda esa fachada de decisiones cosméticas y palabrería inane hay algo a lo que merece la pena volver. Eso es ‘I Shall Rise’ de Karen O sonando en los créditos finales de ‘Rise of the Tomb Raider’, un tema que podría llevar la etiqueta indie en Spotify sin despeinarse. Tras vivir una nueva aventura con nuestra cazatesoros favorita, la canción le queda como anillo al dedo. Refleja la madurez del personaje, el interés por contar una historia íntima y su tesón para intentar que mole por el camino. El juego está lleno de todos los tics insanos de los que adolece la industria del videojuego actual, pero tiene algo interesante dentro revolviéndose. La canción no es más que un cierre perfecto a un juego irregular. Es el mensaje que hará que, seguramente, le acabes dando una segunda oportunidad a tu hermoso y desastroso ligue de anoche.

Guillem Ferruz

Como tantos otros títulos de Falcom, la saga ‘Ys’ es conocida entre otras cosas por su excelente banda sonora, plagada de enérgicos y trepidantes temas de synth rock que harán que nos hierva la sangre mientras nos batimos en duelo contra hordas de enemigos. Y cumplen tan bien su cometido que a menudo consiguen que olvidemos que existen maravillosas y relajantes piezas como esta versión de ‘Tender People’, de ‘Ys II’, que llega a su enésima pero, me atrevo a decir, perfeccionada encarnación en ‘Ys I & II Chronicles’ para PSP, dando a la compleja pero discreta melodía nueva vida como pocos remixes lo han conseguido.

Se trata de una canción sorprendentemente rica, que mezcla los habituales sonidos synth con la principal novedad de esta versión: una melodía principal interpretada por una guitarra clásica que se adueña al instante de casi todo el protagonismo, y que tiñe a ‘Tender People’ de una familiaridad y una calidez inolvidables que nos harán sentir bienvenidos a sus acordes desde el primer momento. El mundo del rol japonés está lleno de agradables aldeas y simpáticas melodías, pero pocas dicen «ven, quítate la armadura, siéntate y descansa» como la que aquí nos ha traido. Ojalá pasear por Ramia una vez más.

Sergio Guerreiro

Me gustan las canciones que, de una manera sutil, invitan a tomarte tu tiempo. A que te tranquilices y te pares un momento a pensar en lo que estás haciendo, ya sea un puzle o planear el crecimiento de tu personaje en un RPG.

Seamos claros, esta canción suena muy parecida a ‘Teardrop’ de Massive Attack. Sin embargo, esta composición de Kota Hoshino para la saga más longeva de FromSoftware no es un plagio o una versión con los suficientes cambios como para escaparse de una demanda por infringir derechos autor, aunque lo parezca. ’12 Steps’ es una canción que suena en nuestro taller mientras montamos un mecha de unos cinco metros, una melodía tranquila y reflexiva que nos relaja y nos centra en crear el robot definitivo mientras no podemos dejar de oír un conflicto en la lejanía. Con ese ruido de fondo, vamos ajustando nuestra mole mecánica, cuidando su rendimiento, sin dejar de pensar en ningún momento que somos una pieza más en el conflicto, independientemente de nuestra importancia. Una máquina de matar que sobrevive en yermos y ciudades derruidas, llevando la victoria a su facción mientras un trágico ciclo de destrucción se repite infinitamente, un ciclo del que nos encanta formar parte porque nos entretiene, pese a la futilidad del mismo.

Fernando Porta

La batería ruge. La canción va a trompicones, intenta avanzar por la ciudad de ‘Jet Set Radio’, acompañando la cadencia de patines que poco a poco van acelerando por el asfalto mientras las sirenas de policía se escuchan a lo lejos y nuestra madre nos regaña, forzándonos a apagar la radio para dejarla dormir. Guitarras funky… Seguimos sin parar, cabeceando al ritmo de esas guitarras medio distorsionadas, ese teclado con efecto brass perturbados por los grafitis que vamos poniendo aquí y allá por todas las paredes de la ciudad. La autoridad intenta detenernos pero seguimos entre golpes y caídas. Saltos que nos dejan suspendidos durante un microsegundo y trompetas que nos auguran un clímax que nunca llega. Pero el hipnótico ritmo ya es suficiente para mantenernos en marcha y nosotros no podemos parar, balanceados en una cadencia que nunca quiere cerrarse del todo.

Coge tus auriculares, sube el volumen. Y sobre todo, nunca apagues la radio.

¡Nos hemos mudado!

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