por GameReport
12 abril, 2017
No todos los miércoles salimos al bar. En ocasiones, nos gusta quedarnos en casa, tumbados sobre la cama, con la luz tenue y los cascos atornillados a las orejas. Hay algún fin de semana que nos lo tiramos así, de principio a fin. Nesting, que lo llaman ahora. El caso es que, un día, pensamos que estaría muy bien poder recuperar algunas canciones del mundillo de los videojuegos y compartirlas aquí, acompañadas de unas pocas palabras que amenicen la escucha. Reminiscencias, quizá, de aquellos domingos musicales que hace algunos años nos ofrecía el ya desaparecido blog ¡Pepinillo Guerrero! Con idéntica esencia, y ya sea a lomos de un pura sangre oliendo el polvo del camino, con el aliento de demonios quemándonos los pelos de la nuca, o al compás de las imposibles contorsiones de la bruja más sexualizada, os presentamos nuestro teatro del ritmo. Música, maestros.
Pedro J. Martínez
(Theme from) Red Dead Redemption – Red Dead Redemption
Las notas se deslizan por los riscos y las mesetas como buitres ávidos de carroña, como el polvo levantado con la galopada de una banda de forajidos huyendo con su botín. Por el camino, se impregnan del duro sol del sudoeste americano, se ocultan tras percusiones fronterizas, tras el aullido de los coyotes, tras los silbidos de las balaceras. Parece que apenas nos tocan, pero en realidad nos traspasan. Notas y balas. El bajo western se merecía un homenaje así: los silbidos de Kurt Savoy, la mirada hiriente de Clint Eastwood, las grandes explanadas de tierra roja temblorosa… ‘Red Dead Redemption’ deja de lado las batallas del army estadounidense contra los apaches y se centra en esa etapa de transición donde la electricidad, los coches y los ferrocarriles estaban cambiando el mundo. Ya no queda sitio para la vieja ética.
A través de una banda sonora brillante, obra de Bill Elm y Woody Jackson, Rockstar cierra el que es, quizá, su producto más redondo. La música entra en cada partida de forma dinámica e incidental, adaptándose a la acción, a las huidas a toda velocidad o a los segundos de tensión atrincherados tras los desvencijados restos de un viejo carromato volcado, modulando su intensidad y ritmo. La banda sonora que encontramos en CD es, por lo tanto, una colección de arreglos extraordinarios que, si bien nos permiten saborear momentos concretos del videojuego, no pueden trasladarnos vívidamente la experiencia. ‘Red Dead Redemption’ hay que vivirlo.
Sergio Guerreiro
Battle B2 – Shin Megami Tensei IV
Si hay algo por lo que se caracteriza la saga ‘Shin Megami Tensei’, aparte de por su estilo alejado de la mayoría de los JRPG, es por la elevada dificultad de sus mazmorras y combates. Se siente más como un desafío a superar, dentro de los estándares de los dungeon crawlers, que como un mero trámite antes de llegar a la siguiente escena en la que avanza la historia.
Es cierto que ‘Shin Megami Tensei IV’ es un juego fácil e injusto comparado con los estándares de la franquicia, pero su tema de jefe final, ‘Battle B2’, me parece el que mejor cristaliza la sensación que uno puede tener al jugar a uno de los títulos de la saga: ll estar contra un ser sobrenatural que puede derrotarnos en cuanto cometamos el más mínimo error. Pero nosotros no somos menos que él. Somos una fuerza que busca sobrevivir y seguir luchando, somos alguien que quiere llegar al final del viaje. Nos enzarzamos mientras la banda sonora retumba en nuestra cabeza y empezamos un baile de San Vito que sólo puede acabar con la muerte de uno de los dos contrincantes. Con esta canción notamos la tensión cuando cae uno de tus camaradas y tenemos que sustituirlo o resucitarlo cuanto antes, notamos el pequeño gozo que hay al acertar la debilidad de un enemigo y poder seguir golpeándolo, llevando la ventaja. Notamos, también, el frío en la espalda cuando es el enemigo el que consigue los turnos extra.
Y cuando acaba todo… llega la calma.
Fernando Porta
Fly me to the moon – Bayonetta
Que ‘Bayonetta’ podría haber sido un hack ‘n slash de beats machacones y partituras monótonas es un hecho. Pero PlatinumGames nunca escapó al carácter transgresor que se trajo del Clover Studio de Capcom: de ahí salieron ‘God Hand’, ‘Okami’ o ‘Viewtiful Joe’. Obras que sobresalían en la generación de 128 bits y que encontraron dignos sucesores en el trío de ases con el que el estudio inauguró su colaboración con Sega: ‘MadWorld’, ‘Infinite Space’ y, por supuesto, ‘Bayonetta’.
Rodeados de imaginería europea en medio de una guerra entre ángeles y brujas que nunca se toma demasiado en serio, aparecen siniestros coros, cuerdas ambientales y muchos interludios que acompañan a la prescindible historia; pero una vez inmersos en la batalla, las pulsaciones se aceleran, el metrónomo se desboca y… Frank Sinatra se hace cargo de los golpes.
De inmediato, entramos solos en ese trance, escalando ese combo que no deja de subir mientras los ángeles van soltando halos, uno tras otro, para saciar nuestras ansias consumistas en el bar de Rodin. Patada, pausa, puñetazo, puñetazo y a otro combo.
¡Nos hemos mudado!
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