por Luis García
1 octubre, 2015
Los homenajes son actos que buscan rendir tributo a cualquier cosa que una persona ame. No hace falta que ese sentimiento sea compartido por varios individuos, podemos homenajear a nuestro ídolo de la infancia pegando imágenes suyas en el armario de nuestra habitación. Existen tributos que se convierten en ceremonias grupales, incluso multitudinarias, retransmitidas por televisión o internet. Festivales musicales, entierros de personas relevantes o caídas bajo circunstancias mediáticas, celebraciones deportivas o exposiciones artísticas donde tanto organizadores como asistentes agradecen y recuerdan el origen que ha motivado el evento. En este tipo de ceremonias todo debe salir a pedir de boca, ya que si varios aspectos fallasen, el tributo perdería parte de su esencia y poder, y por lo tanto de su finalidad. El estudio italiano Milestone tiene una dilatada experiencia en gestionar videojuegos con licencias oficiales de campeonatos sobre ruedas tales como MotoGP, WRC, Superbikes y Motocross; razón de peso para haberse lanzado a la arriesgada aventura de desarrollar un homenaje a las motos deportivas de calle. Ese homenaje se llama ‘Ride’, y este texto va dedicado a él.
Estamos acostumbrados a que pasen por nuestras manos títulos que nos ofrecen la experiencia de gestionar temporadas deportivas de casi cualquier disciplina. Esta era la motivación principal para comprar el ‘PC Fútbol’ o el ‘Kick Off’ de turno. Éramos más jóvenes, mayormente adolescentes con invasión de acné que anhelábamos acabar en la primera posición del torneo o de la liga en cuestión. Han pasado tres lustros desde aquellos maravillosos e irrecuperables años y a los estudios de videojuegos se les ha abierto la posibilidad de crear obras para un público más maduro. Este hecho lo ha aprovechado Milestone para crear algo más que un juego de carreras de motos, algo que interactúe de manera diferente con el jugador de videojuegos, más acostumbrado a pilotar motos de escuderías oficiales de las diversas cilindradas del mundial.
Nada más empezar ‘Ride’, nos topamos con su característica principal, a su vez razón de ser: las motocicletas de calle son las protagonistas indiscutibles del videojuego, por lo tanto todo gira en torno a ellas. Una muestra es la presentación que se reproduce al iniciar cualquiera de las varias modalidades de eventos que hay repartidas en el modo estrella del título, donde deberemos conseguir ser el número uno de la clasificación amateur mundial venciendo carreras y así ganar créditos para adquirir cualquiera de las cien preciosas motos que hay en el catálogo. Lo mejor para entender qué aporta cada presentación es leer la transcripción de unas locuciones que se nos reproducen junto a las imágenes de las musas que las inspiran cual poema:
«El espíritu pionero significa un rendimiento extremo y explorar soluciones con las que otros ni sueñan. Estas motos son creaciones únicas. Son la prueba de que el mundo del motociclismo engloba ingenio, determinación y valentía. Cada una de estas motos es testigo de una increíble capacidad de imaginar el futuro, y que de cómo ese futuro cobra forma y se convierte en algo tangible. Estos modelos son tan exclusivos que sólo unos pocos pilotos han tenido el privilegio de tenerlos y pilotarlos. Bienvenido al club».
La voz en off que narra este texto transmite calidez, respeto y admiración, logrando así el embelesamiento en cada reproducción, mostrando lo que Minestone ideó para crear el primer homenaje tangible a este tipo de vehículos. Una consideración y admiración similar a la que se palpa en títulos como ‘Gran Turismo’ o ‘Forza’, donde no sólo se trata de pisar a fondo y tomar las curvas lo mejor posible, sino que se busca el modelado perfecto de cada elemento y la recreación fidedigna tanto a nivel de conducción como en los circuitos donde se disfruta del resultado de tal ardua labor.
El nivel de compromiso del estudio italiano con dicha tarea permite que cada una de las motos de ‘Ride’ responda de manera distinta, siempre que limitemos las ayudas, algo muy recomendable para poder disfrutar y valorar este título tal como se merece. Encontraremos desde motos más toscas de manejar hasta cohetes que no nos permitirán acelerar al máximo por su descomunal nivel de potencia. También tendremos la posibilidad de mejorar su rendimiento y estética gracias a la adquisición de modificaciones que van desde el motor al tubo de escape, pasando por el neumático o las pastillas de freno. Dentro del aspecto técnico es cierto que el juego arrastra el mal ya inherente a este tipo de géneros y que vemos desde el mítico ‘GP500’: las sensación de peso real sobre las ruedas. Es tal el problema que chirría tanto en los impactos —donde las físicas se alejan de la realidad y no sabremos qué pasará en cada choque— como en la forma de afrontar las chicanes, donde parece que vayamos subidos a lomos de un cuerpo de goma por la facilidad con la que nos inclinamos de un lado al otro o salimos volando, literalmente.
Por otro lado se agradece la inclusión de Nakeds, Superbikes, Supersports, Pro Circuits, motos eléctricas —e incluso prototipos— de marcas conocidas como Honda, Yamaha o BMW, y otras menos populares como Bimota, EBR o Lightning. De igual forma, la variedad también reside en el tipo de circuito donde podremos conducirlas. Así mismo, podremos correr en quince emplazamientos que van desde circuitos típicos como Magny-Cours a emplazamientos más exóticos y urbanos como los templos japoneses de Kanto o Miami.
Hasta aquí todo pinta bastante bien para que la oda escrita para ensalzar el universo de las grandes cilindradas lograse su cometido, pero nada más lejos de la realidad: encontramos aspectos básicos que ensombrecen lo suficiente al juego como para que lo podamos tildar de mediocre, manchando así el homenaje para el cual estaba orientado. Puntos tan importantes como el rebufo, el desgaste de los neumáticos, variantes climatológicas —que no les saquen de los días soleados— o la iluminación dinámica brillan por su ausencia, restando realismo a un juego que pretende ser un buen simulador de carreras. Otro handicap que frena el ritmo de las competiciones es el tiempo de carga entre una y otra, pudiendo alcanzar los dos minutos de demora; de esta manera, contando que cada evento nos lleva seis minutos de media finalizarlo, supone el 25% del tiempo que pasamos jugando. Algo impensable para géneros de este tipo, que motivan la tensión constante y el aumento de la adrenalina.
Estas carencias tienen un origen, al cual deberá hacer frente Milestone para conseguir el propósito que persigue ‘Ride’. ¿Y cuáles son las razones para que se publique una obra de estas características con fallos tan importantes? Para encontrar los motivos hace falta mirar más allá de lo que es el producto. Existe un mal que persigue a otros muchos estudios y que nace en la prioridad de generar beneficios por encima de la calidad de su obra. Títulos que se suceden año tras año sin tiempos de desarrollo prolongados que permitan perfeccionar la obra en cuanto a calidad. Véanse los casos de ‘Assassin’s Creed’, ‘Call of Duty’, ‘Battlefield’ o ‘Pro Evolution Soccer’ como los más criticados en el último lustro. No obstante, todos ellos tienen dos puntos a su favor: por un lado, un gran peso mediático que les aporta cifras millonarias de ventas con cada secuela; y por otro, tienen el apoyo incondicional de la competencia, que además de ofrecerles publicidad gratuita, les motiva a ser mejores que su adversario. Ni ‘FIFA’ sería lo que es si no existiese ‘ISS’, ni viceversa. Todo lo contrario le sucede a las franquicias como ‘Ride’, que copan las principales licencias de la Federación Internacional de Motociclismo. Las alternativas en el mercado son escasas y no se sitúan en el mismo espectro: ‘F1’ (monoplazas), ‘Trials Fusion’ (puzles disfrazados de cross futurista y piruetas imposibles), ‘DiRT Rally’… No, perdón. El título sucio de vehículos aptos para vía pública es el único que compite codo a codo con el próximo ‘Sébastien Loeb Rally Evo’. Veremos si esto sirve de algo.
Las carencias de ‘Ride’ tienen su origen en la prioridad de generar beneficios por encima de la calidad de su obra
Por lo tanto, lo que Milestone ha conseguido es que un juego que se postulaba como una oda a las motocicletas deportivas de calle se quede a mitad de camino de su objetivo, ofreciendo un juego divertido que no pasará al olimpo del género, cuando lo tenía en sus manos. Tanto el sector como los jugadores nos merecemos títulos de buena calidad pero, sobre todo, el mundo de los videojuegos y del arte en general necesita que se cuiden las obras, que se hagan con responsabilidad y ambición creativa. Esta IP tiene potencial, es una buena idea, pero ha sufrido posiblemente el mal de las prisas y el negocio, saliendo con demasiada antelación. Me atrevo a decir que con par de años más de desarollo ahora podríamos estar hablando de un juego notable. Pero claro, ¿para qué esperar si en ese tiempo se pueden sacar otras dos secuelas? ¿Por qué no tomar ejemplo de otros estudios que perfilan el trabajo durante años, ofreciendo obras que, aun con el paso de los años, nos saben a gloria? Por suerte para todos, ‘Ride’ tiene buenos ejemplos donde fijarse.
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