21 mayo, 2015
Quien escribe estas líneas tiene a gala incluir el ‘Risen’ de Piranha Bytes entre sus juegos fetiche no ya dentro del género del rol, sino del conjunto global de los videojuegos. Tal vez sea por mi especial querencia por la anterior saga de sus creadores, ‘Gothic’, de cuyo primer juego ya hablé en las páginas de nuestra revista; tal vez sea porque todo en él evidencia que, tras el traspiés dado con ‘Gothic 3’, los chicos de Piranha Bytes juntaron las cabezas, se preguntaron qué era lo que había fallado respecto a sus predecesores, y concluyeron con muy buen tino que lo que les hacía falta era una vuelta a las raíces; quizá sea porque, desde los primeros compases de juego, muestra con orgullo su condición de remake en espíritu y formas de ‘Gothic’ y ‘Gothic 2’, metiéndonos en una isla que bien podría ser la Khorinis de ambos juegos y con enemigos que, variaciones cosméticas aparte, despiden una agradable familiaridad; o tal vez sea porque lo encontré a la venta por cinco cochinos euros en un quiosco de la Plaza Mayor de Ciudad Real, y mi instinto de cazasaldos, atento desde hace tiempo al juego por ser hijo de quien era, hizo que me lanzara sobre él casi sin pensarlo.
Todas las razones antes enumeradas desempeñan un papel importante en mi amor por ‘Risen’, pero de entre ellas hay un factor que se alza sobre casi todos los demás y se convierte en uno de los motivos fundamentales del inmenso goce que me supone perderme por los traicioneros bosques y montañas de su mapeado: la música que Kai Rosenkranz (escrito como «Rosencrantz» en algunos medios), compositor de cabecera de Piranha Bytes durante buena parte de su existencia, compuso para acompañar cada instante de la aventura, y que supuso para él una vuelta a las raíces comparable a la que el resto de sus entonces compañeros hizo con este título.
Olvidado queda el intento de hacer composiciones más convencionales que lastró la, por otra parte, más que competente banda sonora de ‘Gothic 3’; vuelve el estilo evocador, melancólico a ratos, misterioso y amenazador en ocasiones, que caracterizaba los ambientes sonoros de ‘Gothic’ y ‘Gothic 2’. «KaiRo», como le apoda la afición, obra su magia como antaño desde el tema central, que acompaña al menú de inicio del juego igual que abre el disco con la banda sonora que incluye la edición física del mismo.
La base del acompañamiento sonoro ideado por Rosenkranz para ‘Risen’ la ponen temas pausados y atmosféricos, que casi son una parte más del paisaje en el que suenan: ‘The Beach’ y sus sonoridades con aires misteriosos, que acompaña nuestros primeros pasos por la isla; el triste y melancólico ‘The Island’, que toma el relevo cuando nos adentramos lo bastante en sus tierras; ‘The Harbor City’, que nos da la bienvenida a la única población de la isla con ocasionales pasajes de acordeón y viento que hacen referencia auditiva a su condición de ciudad marinera; ‘The Volcanic Fortress’, con solemnidad entre religiosa y militar, reforzada por el periódico tañido de una campana y los ocasionales pasajes de órgano; ‘The Don’s Camp’, que traduce las duras condiciones de vida de los bandidos de la ciénaga en un corte con predominancia de guitarra acústica, acompañamiento de viento y un ocasional sonido de crótalos que recuerdan a los de una cascabel; y ‘The Great Swamp’, que introduce un toque deliciosamente siniestro, muy a juego con el lóbrego pantano que le da título y los diversos secretos y peligros que oculta.
La base del acompañamiento sonoro ideado por Rosenkranz para ‘Risen’ la ponen temas pausados y atmosféricos, que casi son una parte más del paisaje en el que suenan
A diferencia que en la saga ‘Gothic’, KaiRo no se rompe mucho la cabeza para las variantes de estos temas destinadas a acompañar situaciones de lucha o la caída de la noche; por ejemplo, las versiones de acción de ‘The Beach’ y ‘The Great Swamp’ se limitan a acoplar una marcada percusión tribal al tema que les sirve de base, y tanto ‘The Island’ como ‘The Harbor’ gozan de versiones nocturnas que reinterpretan la melodía original con predominancia casi en solitario del piano; la variante de acción de ‘The Volcanic Fortress’ refuerza el aire marcial con una base rítmica de tambores militares, es con su homóloga para el campamento de bandidos con la que KaiRo rompe esta monotonía, dándonos un tema trepidante pero no exento de esa peculiar melancolía típica de sus composiciones, y que por momentos recuerda a los mejores temas de acción de ‘Gothic’ y ‘Gothic 2’.
Hacia la mitad del disco se encuentra un tema corto, pero que coge el lado religioso de ‘The Volcanic Fortress’ y lo lleva unos cuantos pasos más allá: ‘The Holy Fire’, dedicado a la reliquia sagrada que custodian los monjes de la fortaleza del volcán. La pompa religiosa que destila resulta a ratos incluso un tanto opresiva, y el rumor de voces ululantes que acompaña su parte final parece anticipar la amenaza que los jugadores encontrarán a medida que se adentren en la montaña.
En toda la banda sonora de ‘Risen’ es fácil apreciar la influencia de la música precolombina, sobre todo en la percusión de aires tribales que acompaña varios de los temas
Y esa sensación de amenaza no hará más que acentuarse —o dispararse— en las composiciones que sirven de telón de fondo musical a las áreas más peligrosas de la isla: el islote adyacente del Este, y las tenebrosas ruinas subterráneas de los hombres-lagarto. ‘The Gyrger Island’ rebosa suficiente tensión y peligro por sí solo como para que su variante de acción, ‘The Gyrger Island-Fight’, apenas pueda hacer nada por aumentarla con la percusión que añade al tema base. El primero de los tres temas de las ruinas es una breve pieza, ominosa y con toques melancólicos, que recuerda horrores al tema de la torre del nigromante Xardas en ‘Gothic 2’; el segundo, más largo, mantiene esa misma similaridad, mientras que el tercero se decanta por aire más misterioso, perfecto para la acción en túneles mal iluminados y con unos timbales que recuerdan a los de las bandas sonoras de las películas de misterio ochenteras. Como cierre, tanto del disco como del juego, ‘Showdown’ continúa el desarrollo del tema antes mencionado para salpimentarlo con aires religiosos y con percusión trepidante.
En toda la banda sonora de ‘Risen’ es fácil apreciar la influencia de la música precolombina, sobre todo en la percusión de aires tribales que acompaña varios de los temas que acabamos de desgranar y en las flautas —¿o son ocarinas?— que aportan un extra de melodía a buena parte de las composiciones más tranquilas. Esto hace a su vez de referencia musical a ‘Gothic 2’ y su expansión, ‘Night of the Raven’, en la que las ruinas de una civilización de estilo vagamente azteca/maya desempeñaban un importante papel. Más importante aún: a diferencia de ‘Gothic 3’, la banda sonora tiene esa sonoridad tan peculiar que los seguidores de Piranha Bytes hemos aprendido a asociar a la compañía; si eso se debe a que KaiRo utiliza sintetizadores imitando instrumentos clásicos —a la manera del gran Jeremy Soule— es algo que desconozco, pero por lo que estaría hasta dispuesto a apostar.
Es una verdadera lástima, al menos para los fans de Piranha Bytes, que Kai Rosenkranz emprendiera camino por su cuenta después de este trabajo, pero el dolor de su marcha queda aliviado por el hecho de que, a la hora de decir adiós, KaiRo eligió hacerlo con una vuelta a lo mejor de sus raíces. Con música como ésta de fondo da gusto hacer cualquier actividad, incluso —y sobre todo— explorar una isla llena de monstruos hambrientos, ruinas misteriosas, inquisidores cerriles y espíritus cabreados.
¡Nos hemos mudado!
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