por Juanma García
12 febrero, 2015
Sí, es verdad, probablemente hayas oído cincuenta mil veces a cualquier persona decir eso de que un videojuego es lo más violento, disparatado y bizarro que ha existido nunca; y nunca se convierte en un periodo de tiempo que va desde el día en que conoces ese juego, hasta el día en que vuelves a decir la frase. ‘Grezzo 2’ probablemente sea esa última vez que digas la frase hasta dentro de mucho tiempo, pues con muchos motivos es la desfachatez, la violencia y la ofensa hecha videojuego. No lo digo simplemente como una frase hecha más, es que cuando un videojuego como ‘Grezzo 2’ empieza su historia con una masacre masiva en una iglesia llena de señoras y señores de la tercera edad con sus tacatás a cuestas, es que algo de violencia tiene. Ya no hablemos si al final acabas a tiros con el mismísimo Jesucristo crucificado mientras te intenta exterminar a ritmo de bolas de fuego y crucifijos a modo de shurikens.
Con sello italiano bajo el brazo en todo su conjunto y con sólo una persona —Nicola Piro— a la batuta de esta sinfonía engendrada por el demonio, ‘Grezzo 2’ se apoya bajo el motor EDuke32 e infinidad de recursos venidos de otros juegos como ‘Blood’, ‘Carmageddon’, ‘Doom’ o ‘Hexen’, para ofrecer un shooter con infinidad de posibilidades.
En sus vastos mapas podemos deleitarnos con atropellar enemigos o civiles mediante los distintos vehículos que ofrece el juego, liarnos a escopetazos o hacer uso del loco arsenal con el que contamos; bombas nucleares, cañones que al explosionar invocan un Benedicto XVI gigante, hadoukens o un radiocassette con música de variopintos estilos que destrozaran en pedazos a nuestros enemigos, literalmente. El baño de sangre que supone ‘Grezzo 2’ recuerda por momentos a cuando volabas en pedazos los enemigos del ‘Blood’ de Monolith pero además tiene el añadido de que los escenarios también invitan a asombrarnos del uso de la estética gore; cuerpos desmembrados a nuestro paso, escenarios que parecen auténticas casas de torutra, violencia en lugares tan inocentes como un circo o una iglesia, etcétera.
¿Merece ser ‘Grezzo 2’ un título estudiado bajo lupa y, por tanto, censurado?
Bajo la opinión del que suscribe no, pues es FICCIÓN. Hemos sido partícipes ya de incontables títulos que bajo la atenta mirada de la más extremista censura han eliminado parte de su ser, parte de la esencia que puede recoger un videojuego y por supuesto todo su sentido. Nicola Piro ha reiterado en varias ocasiones que lo que quiso plasmar en ‘Grezzo 2’ es su visión sobre el mundo en aquella época, sobre la religión, sobre la política; «toda la sangre que derrama nuestro personaje en el videojuego está causada por los personajes a los que se enfrenta, como en la vida real», dice Piro ante la pregunta del porqué de su violencia.
Es entonces ante peculiares perspectivas como la de Nicola Piro cuando el mundo se lanza a la yugular del mundo del ocio digital, reiterando una y otra vez que la violencia no debe ser una solución cuando a diario esos mismos que la critican la practican. Todos tenemos una forma de mostrar nuestros pensamientos al mundo, unos lo hacen en forma de cómic, otros en forma de videojuegos, otros en forma de música y en cambio hay gente más cobarde que lo hace a nuestras espaldas; y esos no son juzgados. La libertad de expresión quedó tachada una vez más cuando ‘Grezzo 2’ fue prohibido para su venta al poco tiempo de salir, tal vez con motivos para unos y sin motivos para otros pero con la certeza de que la verdadera libertad de expresión está todavía por salir a la luz.
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