por GameReport
20 diciembre, 2018
Rugía un estruendo. Se acercaba. Y, cuando quisimos darnos cuenta, ya no pudimos escapar, el monstruo era demasiado grande. Hoy acecha. Escupe. Golpea. No nos deja dormir porque las paredes de nuestra casa no aislan como antes. El mundo colisiona en un choque ideológico, se debate entre progreso o decadencia. Lo hace, además, al son de unas voces adormecidas que continúan esperando la llegada de una época que ya no existe. Pero el orden de las cosas ha cambiado, y ante una disputa tan encarnizada sólo existe el territorio comanche. Nadie está exento. Los videojuegos tampoco. Revolotean en esta vorágine, sin importar que aún existan cadenas que los quieran aferrar al antiguo régimen.
¿Cuándo empezó todo? Es difícil. Un día despertamos y la comunidad se cansó de dialogar, aunque nunca supimos a ciencia cierta si alguna vez existió tal diálogo. El caso es que el true gamer dijo «basta» al inmigrante digital: nunca estuvo dispuesto a que gentes de otras disciplinas criticaran su zona de confort. De repente, cualquier atisbo de intercambio de ideas se convirtió en odio visceral, en una especie de exaltación de la cultura del zasca, siempre tan bien vista en nuestras costumbres. ¿Para qué hablar cuando se puede recurrir al escarnio? Corren convulsos tiempos hipócritas. Se tira la piedra y se esconde la mano.
En Tiempos de Carga inaugura su segunda temporada con dos intensas horas de debate, aprovechando el lanzamiento de nuestro último monográfico, dedicado a la política dentro del videojuego. Menuda temática elegida por nuestros valientes suscriptores. Como siempre, Marina (@Ninfa_dp) y Violeta (@Vayo_SB), nuestras compañeras de Terebi Magazine, acogen a Fer (@ferporbar) y Marcos (@soquam) para, esta vez, hablar de colonialismo cultural, de feminismo, de la rentabilidad del ocio electrónico como arte, de toxicidad, de presiones de grupo… Hasta hay tiempo para darse una vuelta por Londres y vistar la Desing/Play/Disrupt, una exposición del museo Victoria and Albert que tira por tierra todos los prejuicios que menosprecian al ocio eletrónico. Porque jugar a videojuegos hoy, más que nunca, es un acto político.
¡Nos hemos mudado!
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que espanto, ¿pero no os dejaron ya el artículo de kukuruyo sobre el gamergate? Y el otro día dejé el mío: https://lamazmorravirtual.wordpress.com/2018/10/15/videojuegos-y-politica-mas-alla-del-gamergate/