por Víctor Paredes
28 enero, 2016
Aunque el nombre de la obra es ‘Dragon Fin Soup’, mi toma de contacto con este magnífico título en desarrollo fue mucho antes de siquiera decidirse. Todo tiene su origen en el año 2013, cuando una nueva desarrolladora, conocida como Grimm Bros, presenta para la competición 7DRL un proyecto denominado ‘Dungeon X: Flesh Wounds’. Tras una primera ojeada a unas cuantas capturas, según puedo recordar, me sorprendió ya de antemano encontrarme con algo con una estética tan llamativa y característica basada en una reinterpretación macarra de tan conocido cuento como es ‘Caperucita Roja’. Aunque normalmente en dicha competición puedes acceder a las propuestas directamente, una curiosidad a destacar fue que para poder probar ésta en concreto se requería solicitar acceso al destino de Dropbox por correo, algo que en un principio me parecía un tapujo absurdo.
Al poco tiempo comprendí que esta opción no era tan descabellada, ya que la idea de la desarrolladora era tener un trato directo con los usuarios que quisieran aportar feedback o incluso valoraciones personales, además de, quizás, ver qué volumen de personas recibían la propuesta con los brazos abiertos. Ese trato se mantuvo también después de que la competición terminase, dejando a la vista un interés más allá del pequeño juego que se presentó (por valoración propia, uno de los mejores proyectos), y dando a entender que la cosa no se había quedado ahí, o al menos eso pensaba. Aunque ese comportamiento es muy común hoy en día dentro del medio, y más aún en el panorama independiente, en aquel momento todavía impresionaba poder involucrarse tanto en algo nacido para una competición, sobre todo con ese ideal deambulando por la cabeza de que no todo iba a quedar en ésta. No intento parecer pretencioso, pero aun con la experiencia de haber ejercido como tester en más de una ocasión, tanto profesional como por amor al arte, recuerdo que los correos que intercambiaba con Ash Monif eran muy cercanos, y bajo ese trato nunca evitaría poder aportar mi granito de arena a cualquier roguelike que me entre por los ojos, dejando el recuerdo de una experiencia corta pero muy fructífera.
La 7DRL vió nacer el germen de ‘Dragon Fin Soup’, pero la historia no se quedaría ahí
Un año después, todos aquéllos que se interesaron por solicitar una copia recibieron un correo muy peculiar, donde se anunciaba que Grimm Bros arrancaba con una campaña de crowdfunding en Kickstarter, con un proyecto más sólido, trabajado y renombrado a ‘Dragon Fin Soup’, confirmando mis sospechas. Éste no sólo tomaría influencias del roguelike, sino que también lo haría de ciertos elementos del tactical RPG, pero sin abandonar el concepto de un mundo con niveles generados aleatoriamente. ‘Dungeon X: Flesh Wounds’ era una fase más temprana, mucho más que una versión alpha, de un proyecto a mayor escala que llevaba tiempo cociéndose a fuego lento. Era el esqueleto y los cimientos de algo más ambicioso de lo que en un principio trataba de aparentar: la premisa de que los hermanos Grimm se habían reencarnado dentro del ámbito de los videojuegos, esta vez para un público adulto y con una temática más oscura pero sin salir de la adorable y colorida fantasía de los cuentos de hadas.
Hay que admitir que la obra, al margen de sus características técnicas, cuenta con una estética que embruja a simple vista, y que acaba siendo uno de sus puntos fuertes; algo fácil de imaginar cuando uno de los integrantes de la desarrolladora, Randis Albion, tiene a su espalda la experiencia de haber trabajado como artista en títulos como ‘Aquanox’, ‘League of Legends’ e incluso como ilustrador del juego de cartas más conocido del mundo, ‘Magic: The Gathering’. Con un currículum así es imposible no enamorarse de la belleza de un mundo fantástico diseñado con su talento, e igual de imposible era dejar escapar la oportunidad de apoyar o seguir de cerca algo con tanto gancho.
Tras un Kickstarter más que satisfactorio, alcanzando una cifra mucho mayor que la meta inicial, el juego se lanzó a finales de 2015 mediante early access en Steam. Para empezar a hablar de la obra resultante (aunque en desarrollo), es necesario mencionar a la protagonista, Red Robin. Ya había contemplado con anterioridad lo destacable y adorable que podría llegar a ser gracias a mi experiencia anterior con ‘Dungeon X: Flesh Wounds’, pero esta vez su existencia estaba más caracterizada que antes, dando forma a un personaje bastante entrañable con el que es fácil empatizar gracias a los distintos avatares que muestran sus emociones. Además, el valor de este aspecto es mucho mayor, ya que está ligado al gran humor que hay dentro de su historia.
Una vez empieza la partida, el juego se centra en una tierra de fantasía que surgió sobre el caparazón del dios dragón-tortuga Asura, que viaja a través del multiverso. Nuestra caperucita roja con lengua afilada tiene un pasado que no consigue recordar por culpa de la amnesia, y se gana la vida realizando misiones que la mandan de un lado para otro, acompañada de su fiel lobo, además de pulirse gran parte del dinero que consigue en su adicción al alcohol. La jugabilidad en sí misma no tiene mucho misterio: todo gira en ir cumpliendo tareas en distintas localizaciones del mundo, que se generan aleatoriamente una vez se visitan, para ganar pasta y experiencia a la par que se compra, encuentra o fabrica equipo, mientras se va desvelando poco a poco la trama principal.
El título se trata en gran parte de otro mata-mata, pero resulta bastante fiel a lo que los roguelikes han traído toda la vida, la auténtica esencia del aventurero: progresar niveles y hacerse fuerte para poder plantar cara a todas las adversidades que se presenten en el viaje. Parece en un principio algo bastante pobre, pero no lo es en absoluto: estamos ante una obra con mucha rejugabilidad, gracias a los distintos modos de juego que ofrece, todo mezclado con una alta y atractiva dificultad. Una vez se asimilan los conceptos básicos, ya que al principio peca de poco intuitivo, el jugador se va percatando de que la obra se estira y estira sin llegar al aburrimiento; aunque se deje de lado siempre se acaba volviendo, ganándose el mismo puesto que aquéllos que nunca desinstalas de tu biblioteca porque siempre tienen algo que ofrecer.
El conjunto de todos los factores que componen ‘Dragon Fin Soup’ en sí es lo que lo hace único. Por supuesto, el resultado final queda lejos todavía, y falta mucho camino por recorrer, pero ya se puede apreciar a estas alturas que la experiencia es muy gratificante y entretenida. Sólo espero impaciente a ver todo el nuevo contenido que queda por venir y las mejoras que llegarán en futuras actualizaciones, que lo harán todavía más valioso.
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