por Luis García
31 octubre, 2018
El 26 de octubre estuvo marcado en el calendario por el lanzamiento de uno de los juegos más esperados y mediáticos de los últimos años. En mi calendario era el día en el que Hospital Records publicaba definitivamente la banda sonora específica y exclusiva que llevaba sonando en la radio homónima de ‘Forza Horizon 4’ desde hacía tres semanas. Imposible encontrarla en las plataformas habituales: el órdago al pirateo y los derechos de autor había funcionado a la perfección, y la única salida que tuvo esta sección fue lanzar una sesión con música de los mismos autores que iban a poner bombos y cajas corriendo a velocidades prohibitivas al servicio del calificado como mejor juego de conducción de esta generación. Una interpretación musical a la espera de adquirir al fin, en cualquier formato, la excelente obra producida por la mejor plantilla de artistas drum & bass que se puede disfrutar en la actualidad. Un hecho insólito, que se repetirá con la banda sonora de ‘Grip’, otro título de conducción. Por supuesto, tampoco ha recibido ningún tipo de atención en los medios.
No es un hecho aislado: cada cierto tiempo, una banda sonora se publica en vinilo con ediciones limitadísimas, y pasa desapercibida para cualquier tipo de portal. La música sobre videojuegos no es protagonista, tampoco sus compositores. La atención que se le da en prensa o canales audiovisuales suele producirse bajo el punto de vista del papel que tiene en el videojuego, de su función como mecánica. Es lógico: la música aquí no es más que atrezzo, aunque algunas veces su presencia sea más tangible por el género de la obra o por influir directamente en el resultado de la acción. De vez en cuando surge algún texto, con frecuencia dedicado a los compositores más célebres de la historia de esta industria, pero salvo estos casos aislados la música y sus protagonistas pasan desapercibidos.
Un juego equivale a una banda sonora firmada no siempre por un único protagonista. Pero aunque así fuese, en ella trabajan profesionales responsables de los arreglos definitivos, olvidados en la lenta procesión de los créditos. No son el único colectivo relegado a la sombra en la industria del videojuego, una circunstancia que se repite más allá de los circuitos de nuestras plataformas, y difícilmente subsanable. ¿Cuánto sabemos sobre quiénes son las célebres protagonistas de ‘Las meninas’ de Velázquez? ¿Quién ha hecho la música del opening warholesque de ‘Bojack Horseman’? ¿Acaso es necesario tener tanta información? ¿Merecen tanto protagonismo estos colectivos olvidados, o al final debemos entender que sólo debemos rendir pleitesía a desarrolladores y a sus obras, como a Velázquez y sus cuadros, o a los directores y al reparto principal de películas y series?
El Continuous Play de hoy es de edición limitada, igual que el lanzamiento postmortem de la banda sonora de una de las radios del juego de conducción de moda. Una excepción que sirve para frenar en seco, y así luego arrancar para seguir dando protagonismo a la música y sus autores.
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