por GameReport
6 septiembre, 2017
¿La semana pasada? La semana pasada estaba de vacaciones, chaval. No, no, volvía ésta. No la anterior. De hecho sólo llevo abierto un par de días. ¿Qué? ¿Que cómo han ido? Ah, nada. Poca cosa. Necesitaba parar y desconectar, por lo que he intentado hacer lo menos posible. Tampoco es que me quede mucho dinero con lo que chupa este puto garito, la verdad. Así que aproveché para ordenar el almacén, hacer inventario, reordenar un poco… ¿te gusta cómo he dejado las mesas? Sí, sí, allí hay un hueco. Tú también te has dado cuenta, ¿verdad? Ahí voy a poner una máquina recreativa. Sí, un arcade. No me seas repelente, anda, que de toda la vida han sido máquinas recreativas. Aún no sé qué juego poner, le preguntaré a mi hija a ver. O igual a los chicos de GameReport, ya sabes, mis vecinos, que de arcades saben un rato. Menuda zaragata me llevaban con las maquinicas. Ahora, parece que tengan un sexto sentido: no tardaron ni dos horas en aparecer tras la reapertura. Me vino de perlas, claro, así pude inaugurar la nueva temporada de chupitos de tinta. Mira, mira. Más vivos, coloridos y fuertes que nunca. Estos salieron solos mientras hablaban de lo que habían estado jugando durante las vacaciones de verano, solo tuve que poner la botella y escuchar. ¡Dale, que invita la casa y aún se te van a calentar!
Pedro J. Martínez
Tengo la mala costumbre de, cuando llega el calor, dejar de lado el cómodo (y cálido) sofá y sentarme en el suelo a jugar. Lo hago desde que tengo uso de memoria: solía tirar la NES piratona al suelo y quedarme embobado horas con los pies cruzados. Quizá por eso, como un ritual íntimo y ancestral, cada verano suelo arrojarme en los acolchados brazos de lo retro y, casi siempre, entre mis videojuegos favoritos, aquéllos que más veces me he pasado. Por supuesto, sentado en el suelo. Reminiscencias de un pasado feliz, quizá. Este estío fue el turno de los que son, sin lugar a dudas, mis videojuegos fetiche: ‘Abe’s Oddysee’ y ‘Abe’s Exoddus’ cayeron ambos en cuestión de días, sin dejar un sólo mudokon por el camino, faltaría más. Creo que los tengo tan integrados en mi mente enferma que hasta podría jugarlos en mi cabeza, sin necesidad de videoconsola.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que habíamos desatado el tarro de las esencias de la primera PlayStation, la cosa siguió por ahí: ‘Metal Gear Solid: Special Missions’ resultó más desenfadado y autoparódico de lo que esperaba, quizá más de matar que de sigilo. Más tarde, turno de ‘Crash Team Racing’, que demostró seguir en mejor forma de lo que cabría esperar, hasta el punto de encontrarme de golpe a mi señora sentada a mi lado —en el suelo, faltaría más—, mando en mano, plantándome cara. Y justo ahora, con septiembre pillándome a contrapié, ‘Spyro: El año del dragón’ se me revela más bien justito de ideas y de chispa. Qué pena, con lo bien que iba el verano… ¡Ah! Claro, que se me olvidaba: en los ratos libres, desempolvé mi vieja libreta y unos cuantos juegos de puzle para la primogénita de Sony. Pero de eso hablaremos la semana que viene.
Sergio Guerreiro
Este verano han sido, muy probablemente, mis últimas vacaciones universitarias, y por ello decidí aprovechar la última posibilidad que tendría de poder darle a un juego cuyo contenido fuera extenso y requiriera mucho tiempo. Fue un verano para dedicarlo a un MMORPG y el escogido fue ‘Final Fantasy XIV Online’.
El título de Square Enix tuvo un duro comienzo, había que hacerse a su sistema de control, pero una vez te acostumbras, te sientes un habitante de Eorzea, caminando por cada una de sus regiones, luchando contra el malvado imperio y forjando tu leyenda como Guerrero de la Luz. Pero lo que destaco por encima de todo es la sensación de formar parte de una comunidad desde el minuto uno, con gente amable y dispuesta a ayudarte tanto en el chat específico para jugadores novatos, como en el clan al que te metas. El equipo de Naoki Yoshida ha hecho renacer la marca online de ‘Final Fantasy’ con un juego que tiene lo que puede buscar cualquier jugador, un sistema orientado al jugador casual y una comunidad lo suficientemente activa y devota como para que, al dejarlo durante un tiempo, una parte de ti quiera volver sólo por los buenos momentos que has dejado allí abandonados. Es otro mundo, y una de mis otras vidas.
Fernando Porta
Para ‘Hellblade’, lo importante es sentir. Olvidaos de las mecánicas porque no os contarán nada nuevo, con estancias circulares repletas de enemigos que se repiten una y otra vez, el combate con espada que no se desvía ni un centímetro del esquema ataque débil/fuerte + parry, o esos puzles que sólo requieren observación y paciencia.
Ninja Theory sólo quiere relatar una historia, ya no de fondo como ocurría en el (injustamente) denostado ‘DmC’: ahora es capaz de mantener el tono y la narración durante las de seis a ocho horas que dura nuestra aventura con Senua, distorsionando la epopeya fantástica que todos hemos vivido en otros juegos, para transformarla en una pelea constante con nuestra mente.
La interfaz brilla por su ausencia: lo visual y el coro de voces que nos acompaña, pegado al auricular, toman el mando. Es una decisión inteligente, y extraordinariamente limpia después de haber pasado hace poco por la UI de ‘Horizon Zero Dawn’. Todo al servicio del relato, de la linealidad, de la cero rejugabilidad. Pero es imposible quejarse: no una vez que te ves envuelto en esa historia susurrada al oído, raptado por voces que sólo existen en nuestra cabeza.
Pablo Saiz de Quevedo
El verano es tiempo de mudarme unas semanas de vuelta al hogar familiar, si hay suerte y las circunstancias lo permiten. Cuando lo hago, los juegos que quedan a mi alcance son los que tengo en mis cuentas de Steam y GOG o los que hace tiempo dejé en la casa materna; por ello, para mí el verano es buen tiempo para excavar en mi pila de títulos no jugados, compuesta en gran medida por componentes sueltos de bundles que nunca me acordé de catar, y empezar a disminuir su tamaño.
Mis juegos de las vacaciones fueron tres. Primero, ‘Capsized’, que me puso en la piel de un astronauta tratando de sobrevivir a un planeta hostil y escapar junto con otros supervivientes del castañazo de su nave; sus puzles a ratos me maravillaban y en otros momentos me provocaban ganas de romper y quemar cosas, y su tratamiento de las físicas me recordó mucho a ‘Intrusion 2’. Luego, ‘Thomas Was Alone’, más plataformeo 2D pero con diseño minimalista y una narrativa tan emocional y bien llevada como decían sus devotos. Para terminar, ‘Oil Rush’, olvidado juego de estrategia de una olvidada compañía rusa con bastantes elementos de tower defense y una trama construida a base de elementos de ‘Waterworld’ y ‘Mad Max’ mezclados con un doblaje entrañable de puro malo.
Al volver de vacaciones, mi pila ha disminuido un poquito. Pero no es más que un espejismo: pronto, más pronto de lo que pienso, otro pack u oferta especial se cruzará en mi camino, y yo soltaré eso tan fryiano de «SHUT UP AND TAKE MY MONEY». Y ¿quién sabe? Tal vez acabe jugando a esos nuevos juegos el verano que viene.
¡Nos hemos mudado!
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