por Elena Flores
19 enero, 2017
«You’re yes, then you’re no. You’re in, then you’re out. You’re up, then you’re down…» ¿Os suena? No, no es Katy Perry machacándonos en todas las emisoras hace ocho años, es Nintendo y su plan de presentación de su nueva consola. Bienvenidos al enésimo post sobre la nueva maquinita de Kyoto; esta vez, nada de opiniones disfrazadas de análisis objetivo, de leaks de trabajadores fugados de FoxConn o de filtraciones de juegos en tiendas holandesas. Un texto de tú a tú, porque sé que probablemente, estés en la misma situación que yo: ¿nos vamos a comprar la Switch?
No fui de esas personas que se levantó —o no durmió directamente— a las 5 de la madrugada el día 13 de enero para ver con qué nueva maravilla nos sorprendía Nintendo esta vez, pero como todos, hice mis propios vaticinios el día antes: el primero, que la consola no iba a costar 250€ ni en el mejor de nuestros sueños; el segundo, que ‘The Legend of Zelda: Breath of the Wild’ sería un título de lanzamiento (créditos de mis poderes clarividentes a las filtraciones de los accesorios de la marca Hori). Así, me planté en la mañana del viernes, a las 7, con las legañas aún pegadas haciendo scroll por Twitter mientras esperaba al próximo tren. Una gran parte de mí, más madura, pragmática —y por qué no, que se cree muy guay— esperaba no encontrarse nada extraordinario. Otra parte, más pequeñita, deslizaba el dedo hacia arriba compulsivamente en la pantalla de su móvil anhelando encontrar decenas de tuits extasiados porque Nintendo lo había vuelto a hacer. ¿Cuál fue la situación real? Algunos nintenderos tremendamente decepcionados, otros absolutamente maravillados, la sempiterna discusión de por qué 300 dólares son 300 euros y sobre todo, conforme fui buceando entre noticias para sacar datos objetivos, un galimatías esperpéntico de noticias que se contradecían unas a otras con total convicción. Lo que achaqué a una total ausencia de profesionalidad o a horribles labores de traducción resultó ser la enésima nintendada: la compañía había dejado tantas cosas en el aire que aquello parecía el ‘Balloon Fight’.
Empezamos con el online de pago, nada nuevo bajo el sol y completamente predecible (sí, completamente predecible. Paren las rotativas: Nintendo no es una ONG) a un módico precio de… ¿de? Ya lo irán diciendo, hombre. Si te vas a comprar la consola de todas formas, ¿qué más te da lo que cueste el online? Y si no te la vas a comprar, ¿qué más te da lo que cueste el online? El paradigma de la filosofía KISS. De todos modos, no tenemos de qué preocuparnos, porque con cada mensualidad podremos disfrutar de una de esas roms de NES o SNES que reventarían cualquier gráfico de costes de desarrollo versus beneficios. La gracia de todo esto es que, al parecer, al mes siguiente desaparecen de tu consola. «¡¿CÓMO?! ¡¿ES ESO VERDAD?!» dijimos todos. «¡Ah, pues ni idea!» Nintendo no ha dicho nada, sólo ha publicado un texto ambiguo en su web, en letra pequeña, del que puedes interpretar que el juego se puede bajar gratis sólo durante un determinado mes, o que sólo puedes jugarlo gratis un mes.
Pero no nos engañemos: los juegos que regalen con el servicio de suscripción online te dan absolutamente igual porque vas a tener tu anhelado Zelda de salida a 1080p y 60 fps… ¿verdad? ¿o son 900p 60fps en el dock? ¿O sólo 30fps? ¿Y en modo portátil? ¿Ahora cómo sé quién es Link si ninguno va de verde? Pues depende de a quién le preguntes, como casi todo en esta vida. Varios periodistas afirman que los representantes de Nintendo en el evento de presentación sentenciaron rotundamente que la versión de Switch iría a 60 frames y la demo que habían jugado era sobre la de Wii U, la del pasado E3 concretamente; otros dicen que las palabras textuales fueron que estaban luchando para conseguir llegar a 60 frames —espero que luchen con Espadas Maestras— mientras que los restantes son mucho más pesimistas y nos avisan para que nos preparemos para lo peor: el juego tira igual de bien en Wii U que en Switch. ¿Ha salido Nintendo a poner orden? No. Ni que tuviesen la necesidad de disipar cualquier duda acerca de si su nueva máquina vuelve a estar demasiado lejos del resto de la generación como para poder recibir aportes del grueso de las third parties.
De todos modos, si el ‘Zelda’ al final rasca y te hace preguntarte por qué te has gastado 330€ en vez de comprarlo para Wii U, en poco más de un mes te puedes quitar el mal sabor de boca con ‘Mario Kart 8 Deluxe’, que es una actualización de la octava entrega de la saga con nuevos mapas que nadie sabe si se pueden jugar sólo en modo batalla o también como carrera normal porque —venga, bien fuerte, conmigo— ¡Nintendo no ha dicho nada! ¿Estás llorando ya? ¿Todavía no? Normal, porque además han prometido que durante todo este año van a lanzar una nueva IP o triple A al mes. ¿Dónde están esos desarrollos cada vez más caros y menos rentables, esos títulos rebajados al 50% al mes de salir porque no venden, esos estudios cerrando? ¿Dónde están que yo los vea?
¿Lleva USB el grip de los Joycon en la versión europea? ¡Claro que sí!… ¿verdad? Sale en todas las fotos promocionales, mientras que en las de Japón no, y además allí no se vende por separado el adaptador con USB para cargar y aquí sí, así que Reggie con la llave inglesa en la sala de I+D… porque Nintendo no ha aclarado nada.
«Pues menudo post de hater para meter mierda que se han marcado estos de GameReport». No. Rotundamente no. Yo quiero comprarme la Switch, pero parece que Nintendo no me la quiere vender; actitud completamente incomprensible viniendo del panorama que vienen. Su última consola de sobremesa ha sido un fracaso en términos comerciales y han tenido que acortar su ciclo de vida a cuatro años. Muy atrás queda ya la Nintendo que te soltaba en la cara, ni corta ni perezosa, que te iba a cobrar más por una consola porque te había molado demasiado, y sin embargo, parece que siguen con ese aura de sobraos a los que todo les da igual porque saben que vas a comprar sí o sí la maquinita de marras.
Ya piqué en su día comprando 3DS de salida, ya piqué en su día comprando PlayStation Vita de salida, y dije que nunca mais. He mantenido el tipo con Wii U, con PlayStation 4 y con Xbox One, pero mis defensas se han venido abajo con Switch. Creo firmemente que estamos ante una consola extraordinaria porque prácticamente todo el mundo que la ha probado coincide en que los acabados son maravillosos, la pantalla se ve de lujo, la tecnología háptica de los Joycon es una pasada y la propuesta de la máquina híbrida la sitúa en un lugar que hace que no compita directamente con Xbox y PlayStation, por lo que toca deshacerse de la inercia de comparar teraflops y potencias. Mi debilidad en este mundillo son las portátiles —el otro día fui a comprar una funda para la tablet de mi suegro y volví con una SNES portátil, con eso lo digo todo— y me encuentro varias veces al día fantaseando con jugar al nuevo ‘Zelda’ hecha un ocho en el sofá, sentada en el metro, en el baño, yendo de viaje… Creo que se podría decir que hasta estoy ilusionada. Me encanta la propuesta y quiero apoyarla estando ahí desde el día de lanzamiento, pero a la vez me da miedo, me da miedo tener que esperar meses y meses para volver a echarle el guante a un juego nuevo que no sea un pseudorefrito de Wii U, me da miedo que en este contexto de actualizaciones de hardware, el año que viene tengamos un nuevo dock para actualizar a la Switch Pro, me da miedo Nintendo porque después de prometer que Wii U traería por fin a las thirds, después de prometer que no preparaban una revisión de 3DS y presentarla literalmente dos días después, después de muchos después de,ya no me fío de ella.
La consola está reservada, junto a la edición especial de ‘The Legend of Zelda: Breath of the Wild’. Me quedan dos meses para pensar si voy a comprarla y para seguir leyendo, día tras día, cómo la prensa confirma y desmiente todo este absurdo cruce de desinformación que rodea a la maquinita. Pase lo que pase, deseo que esta vez Nintendo haya vuelto de verdad, que la consola triunfe, que todos aquéllos que confían en ella se vean recompensados, que realmente haya un goteo constante de títulos de calidad, que las compañías la arropen más que a Wii U, que los 400€ de agujero que voy a dejar en mi cuenta bancaria a principios de marzo merezcan la pena, porque a quién quiero engañar: no sé si esto ya es Síndrome de Estocolmo o estupidez, pero creo que al final, acabaré cayendo. ¿Cayendo en sus bondades o cayendo con ellos al vacío? No pongo la mano en el fuego por ninguna de las opciones, pero espero de corazón que sea la primera.
¡Nos hemos mudado!
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