por Juanma García
28 mayo, 2015
No es ninguna locura incendiada por una ideología política la de decir que este país —y en general todo el mundo, para qué engañarnos— está inmerso en un abismo donde cuelga un fino hilo de esperanza para no irnos cuesta abajo y sin frenos, rumbo a lo que esté después de la muerte: vaya usted a saber el qué. El caso es que todo acto cultural es bueno para despegar un poco la oreja del mundanal ruido provocado por el desamparo, la ira y el silencio —que a veces dice más que cualquier vulgar grito— y obviamente una buena lectura, una película o un videojuego pueden suponer ese aliciente que no nos condene a la tristeza.
La saga ‘Tropico’ ha sido con creces una de las apuestas más vendidas en el terreno de la simulación y la estrategia. No es baladí el hecho de conectar humor y política de forma tan acertada durante cinco entregas hasta la fecha. Y es que lo que comenzó como un simple juego con pequeñas pinceladas de humor allá por 2001, hoy tiene un público fiel que espera impaciente la salida de una nueva entrega para ponerse a hacer el bien por la comunidad o, por el contrario, ser un auténtico y disparatado dictador que quiere hacer carne picada con los más críticos a su régimen e hinchar su ego con las alabanzas de los pueblerinos. A diferencia de otros videojuegos del género, éste ‘Tropico 5’ sabe jugar con nosotros y con nuestra mente: nos pone en bandeja acciones que requieren reflexión pero que tienen un gran atractivo para nuestras arcas, como cuentas en Suiza, pagos en negro por ciertas construcciones, coqueteos con otras naciones, reducción de salarios a cambio de que su presidente viva mejor que nunca, etc.
Realmente todas esas decisiones acarrean más problemas de los que uno podría pensar, pues aceptarlas nos puede poner en aprietos con respecto al pueblo —recordemos que podemos utilizar los fusiles para acallar a los manifestantes—, o incluso en problemas contra otros países y llevar sobre nuestra espalda el peso de una guerra que, tal vez, nuestro pequeño poblado dependiente de una guerrilla inútil y deficiente no pueda combatir y, por tanto, nos haga perecer tiñendo las palmeras de rojo sangre. Por tanto es de vital importancia recordar que cada paso puede ser un peldaño a la gloria o una puñalada en el torso, pero que de todo aprenderemos tanto nosotros como un pueblo que puede clamar nuestra cabeza para clavarla en una pica cual trofeo gubernamental.
No sería extraño que entre las distintas tareas que se nos imponen como presidente, los accidentes naturales, la invasión de piratas venidos de otras tierras, el cuidado del medio ambiente y otras cosas del montón hagan que nuestra cabeza quiera explotar cual piñata de cumpleaños, pero nuestro objetivo es mantener la calma y pensar, volver a pensar, pensar de nuevo y por si no te ha quedado claro volverlo a pensar antes de actuar. Un presidente nervioso que pierde los estribos y que crea incertidumbre con respecto al futuro inmediato no tiene sitio para gobernar en ninguna isla de estos paradisíacos parajes. El juego por sí solo actúa con inteligencia, marcando cada golpe que nos asesten, tachando cada triunfo que logremos mientras, lejos de una victoria en nuestra ciudad, podemos contemplar cómo el destino juega sus cartas marcadas, reparte la baraja y sentimos que no nos podemos volver a confiar ni un instante porque entonces el juego te destrozará vivo. Queda claro que aquí debemos avanzar sin temor a nada, sin confiarnos y aceptando que sólo nosotros somos nuestra propia competencia.
‘Tropico 5’ cumple en su labor de ponernos al frente de un comando presidencial en todos los aspectos que se nos puedan ocurrir. Es un juego que coquetea con los ideales políticos del jugador si te lo tomas de forma seria o simplemente con la gracia de ser un dictador virtual al que le encanta fusilar gente, heredero directo de aquél que cometía fechorías en una piscina de ‘Los Sims’ o del que sembraba el caos en cualquier entrega de ‘Grand Theft Auto’ con su panzer.
En el ambiente se respira ese sosiego y tranquilidad característico de un terreno tropical y atrayente para el turista, con lugares donde disfrutar de una buena piña colada al ritmo de la música más caribeña que nos anime en cuanto pongamos pie en nuestro amado rincón territorial. Mientras cumplimos con nuestra tarea, resulta atractiva y relajante la banda sonora que nos acompaña en esta quinta entrega donde algunos veteranos echaremos de menos esas letras fogosas y exóticas de otros lanzamientos de la saga. Por tanto, ‘Tropico 5’ también es una buena excusa para gozar al ritmo de la música mientras jugáis o leéis nuestro último número basado precisamente en tal armoniosa temática.
A pesar de todo este sinfín de diversión, estrés, mandatarios honrados y dictadores extremos, ‘Tropico 5’ cuenta con pocos cambios a nivel de contenido, pero por otro lado ofrece grandes mejoras en su jugabilidad y en la progresión —la inclusión de herederos es todo un acierto— para subsanar errores cometidos en anteriores entregas. Sigue siendo el mismo juego de siempre en lo que a espíritu se refiere: sencillo dentro de su propia complejidad, atractivo y divertido. Es un videojuego de los que enganchan sin que uno se de cuenta hasta que llega tarde a la peluquería o a clase. Es por ello que no resulta un mal partido para todos aquellos que les guste la simulación y quieran creerse un Kennedy, un Bush, un Fidel Castro o un Chávez; aquí como ven hay sitio para todos los partidos. ¡Viva el presidente!
¡Nos hemos mudado!
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