por Luis García
26 septiembre, 2016
Cuando descargamos un juego de Steam, PlayStation Store, o cualquiera de las numerosas tiendas virtuales que abundan en el mundo irreal que llevamos a cuestas, esperamos encontrar referencias de estructura y forma que nos evoquen a aquellas obras que nos han acompañado desde siempre. Saltos, disparos, puzles… Elementos que dan sentido al significado de videojuego. Sobre todo la jugabilidad, la diversión que nos ofrece ser el protagonista de una historia ya escrita, de un camino trazado. Aunque hace mucho que para los videojuegos el prefijar uno o varios destinos dejó de resultar un problema para hacernos partícipes, implicarnos, meternos dentro de la obra —¿desde cuándo necesitamos la realidad virtual para lograrlo?—, de vez en cuando esas normas prefijadas por décadas de desarrollo videolúdico se rompen intencionadamente, logrando resultados arriesgados. ‘Panoramical’ representa muchas cosas y, aunque se pueda adquirir en Steam, pocas lo asocian a un videojuego.
Nada más comenzar el título de Fernando Ramallo y David Kanaga nos damos cuenta de su peculiaridad. El juego nos obliga a configurar los controles. «Presiona esta tecla, mueve el ratón». «Ahora presiona ésta otra, mueve de nuevo el ratón». Sin percatarnos nos encontramos sumidos de lleno en un tutorial que ya nos está dando a entender qué nos deparará. Y es que ‘Panoramical’ funciona como un controlador MIDI. Para aquéllos que estén menos versados en este tipo de artilugios, hablamos de una herramienta con la que modificamos parámetros sonoros o visuales, usados para facilitar la creación de vídeo o audio a través de software específico. Ergo, su popularidad aumentó a raíz de la introducción de los ordenadores domésticos y el auge de la música electrónica. Tanto productores como videojockeys tenían al alcance de la mano la posibilidad de modificar en tiempo real sus obras gracias a la manipulación de lo que pasaba a convertirse en su instrumento físico, mucho más intuitivo y productivo que el uso de teclado y ratón. Bastante más económico que el uso de sintetizadores analógicos —y ya no hablemos de grabar una orquesta en directo—. No es exagerado afirmar que, por forma y propuesta, ‘Panoramical’ nos ofrece la oportunidad de ser por una vez el que pincha tanto la música como los visuales.
No os penséis que estamos ante un título musical con una interfaz reconocible donde debamos empalmar melodías, interactuar al ritmo del bombo o seguir las indicaciones que aparezcan en pantalla para conseguir una puntuación que nos permita pasar de nivel. El elemento más reconocible de ‘Panoramical’ es posiblemente el menú de inicio. Tras él nos hallaremos en un selector de pantalla en forma de portal circular psicodélico con diez niveles a desbloquear, dispuestos como horas de un reloj analógico terriblemente minimalista que da comienzo a las nueve y no a las doce.
Es momento de elegir el primer nivel, pero los cursores no responden. Parece que el ratón hace girar una aguja que, aunque se mueva de forma contraria a nuestras directrices, nos permite alcanzar nuestro objetivo. En la pantalla se nos indica que para dar comienzo a la experiencia pulsemos espacio, robándole al Enter su función legendaria. Ha llegado el momento. Es hora de adentrarnos en una experiencia de la que desconocemos prácticamente todo.
Por un momento, permitidme volver a ese hurto intencionado entre teclas. El intrusismo cobra sentido cuando vemos el salto dimensional que damos desde el reloj al primer nivel.Tendremos la sensación de desplazarnos entre espacios que nada tienen que ver, de estar viajando gracias a una máquina del tiempo. Una sensación lograda gracias a la distorsión de los efectos de sonido, sumados a las texturas psicodélicas que nos acompañarán a los breves segundos que dan paso al comienzo del nivel. Entramos en la nueva dimensión, las texturas no tienen nada que ver con lo que hemos visto hasta ahora en el título. El sonido varía. Si pensábamos que había llegado el momento de despejar las dudas estábamos completamente equivocados. La pantalla nos muestra una formas suaves y agradables que chocan con los tonos oscuros y abruptos del reloj minimalista. Y por si esto fuera poco, el sonido ha huído dejándonos solos ante la imponente escena.
Comprobamos cómo la escena que tenemos en pantalla no varía en absoluto. Llega el momento de coger los controles para salir de este estancamiento. De golpe toman protagonismo nueve cuadrados dispuestos en la esquina inferior izquierda de la pantalla, dispuestos cada uno de ellos con un eje X y otro Y que nos indicarán el nivel de profundidad que le estamos otorgando a cada sampler. Y es que ‘Panoramical’ trata de experimentar a través de la manipulación gracias a esos nueve polígonos. Cada uno de ellos estará asociado a varios archivos que contienen texturas y sonidos. El pulsar una de las teclas adjudicadas moviendo conjuntamente el ratón logrará acentuar o disminuir la presencia de los elementos. Accionar estas palancas lo cambiará todo. Veremos cómo surgen de la nada formas tridimensionales, texturas de fondo, filtros psicodélicos extraídos de distorsiones extremas, partículas que inundarán las pantallas, matices sonoros, bombos, instrumentos…
‘Panoramical’ representa una vuelta de rosca a los walking simulators, aunque en cada escena estemos clavados ante el paisaje que brota delante de nuestras narices
Entrar y transformar cada escena es como estar atado a una silla en la cima de una montaña y que el paisaje que tengamos delante vaya variando mágicamente, sólo que en este caso nosotros somos dueños y señores de la distorsión de la realidad. Es increíble vivir en primera persona cómo un escenario en forma de bosque cambia de tonalidades, elementos, genera un cielo que se une a un mar si nosotros lo deseamos y que, a su vez, podamos alternar o fusionar el sonido melódico de un piano al de sintetizadores digitales. De esa sensación de estar observando una perspectiva variable a nivel visual y sonoro surge el título que da forma a la obra. Impresiona el estar enfrente de un camino recto, que no podemos seguir porque estamos bloqueados como buenos observadores que somos, y experimentar cómo el camino serpentea de un lado al otro a nuestro antojo. En ninguna ocasión el que suscribe estas líneas ha experimentado una conexión sensorial tan amplia a nivel visual y sonoro. Si la expresión coloquial flipar en colores tuviese una representación visual, ésta sería ‘Panoramical’.
¿Pero estamos hablando de un videojuego? ¿Es una obra para todos los públicos? El título de Fernando Ramallo y David Kanaga no pretende ser catalogado como tal ni espera agradar a las masas. Los mismos autores se enorgullecen de haber roto con todas las normas que rigen y dan forma a estas obras. La colaboración de estos dos creadores no es casual, a ambos les motiva alejarse de las propuestas usuales. Del segundo les sonará su participación en ‘Proteus’, el walking simulator que cautivó a la crítica especializada pero dejó tibio a gran parte del público. En esta ocasión nos encontramos con un escenario muy similar en intenciones pero más extremo. El título protagonista de este texto es muy arriesgado y transgresor, mucho más que el juego de la isla procedimental. Para su funcionamiento coge las bases de la producción musical, del Ableton Live, de Logic, de los sintetizadores analógicos táctiles que produjo Korg en su día, y los suma a la aplicación de filtros de las aplicaciones más conocidas para la modificación de imágenes. La diferencia entre estos instrumentos y ‘Panoramical’ es la cantidad de samples de los que disponemos, del control que ejercemos sobre ellos y del protagonismo de las texturas tridimensionales.
Y sí, el hecho de fusionar sonidos, crearlos, modificarlos, coger capturas de obras y darles la vuelta es asumible si conseguimos controlar alguno de los softwares profesionales que hay en mercado. Pero, aunque el juego cogido con pinzas coja su base del mundo de la producción musical, sabe alejarse de ese universo. La selección de samples escogidos para acompañar y completar el impacto visual que supone la metamorfosis sensorial a la que nos exponemos convierte a esta experiencia en única. Un impacto que supone una vuelta de rosca a los walking simulators, aunque en cada escena estemos clavados ante el paisaje que brota delante de nuestras narices. La ausencia de jugabilidad, objetivos o puntuaciones alejan a ‘Panoramical’ de la etiqueta de juego, pero lo acercan al placer de una bonitas vistas en un mirador o al relax de una tumbona junto a aguas cristalinas, sólo que en esta ocasión tendremos que ser capaces de cambiar lo que no nos guste hasta que nos cansemos. El stendhalazo eterno.
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